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Pérdida de olfato o anosmia en la COVID-19

Publicado por Ramón Contreras

“Los que no conocen la historia están obligados a repetirla” Esta célebre frase que podría ser de cualquier profesor de historia a sus alumnos suspendidos ha sido atribuía a grandes personajes de la historia como Napoleón o al filósofo George Santayana. En una versión moderna de la misma podríamos decir que “los que no conocen las secuelas de una infección vírica están obligados a asombrarse por ellas”. Nos referimos en este caso a la conocida anosmia que se atribuye a la COVID-19. Cuando la gente lee los síntomas y las secuelas de la enfermedad se asombra, lo obvia o no se cree que ésta pueda causar la pérdida total o parcial de olfato. Sin embargo, la anosmia o, su versión moderada, la hiposmia se han encontrado en gran número de pacientes. Un meta-análisis llevado a cabo con los datos aportados por países de todos los continentes no ha relevado una relación clara entre la infección y la pérdida del sentido del olfato. El porcentaje de afectados con anosmia es muy dispar. Mientras que en Irán el 83% de un pequeño estudio mostró pérdida de olfato, en Islandia solo el 11,5% de los casos mostraron este síntoma. Esto puede ser debido tanto a la forma en la que se mide la pérdida del olfato, como lo es la severidad. Esta enorme variabilidad ha generado algunos problemas para establecer la anosmia como un factor a tener en cuenta para la detección temprana de casos de COVID-19. Si bien es verdad que la anosmia sería una forma fácil y rápida de preseleccionar posibles COVID-19 positivos las pruebas tendrían que tener en cuenta otros factores que disminuyen el poder sensitivo del olfato como son la edad o el tabaquismo.

EL coronavirus causante de la pérdida de olfato

La anosmia es un síntoma y una secuela común en las infecciones víricas. La gripe o el resfriado común son causas frecuentes de anosmias y también de pérdida del sentido del gusto con el que se relaciona estrechamente el olfato. Es fácil entender que un virus que afecta a las vías respiratorias afecte también al olfato que recibe las señales en la misma vía. La pérdida de olfato causada por virus está relacionada con el daño causado a las neuronas receptoras olfativas.

Un reciente estudio italiano ha dado esperanza a toda esa gente que no puede oler su café matutino tras pasar la COVID-19. Nueve de cada diez de los pacientes recuperan el olfato completamente pasado un mes tras la recuperación de la infección. Lo cual está en concordancia con otras infecciones virales estudiadas. Hasta la fecha la recuperación total al cabo de un año ronda el 80% de los pacientes.

La autopsia de pacientes de SARS-CoV-2 ha revelado daños neurológicos en el sistema nervioso central. En parte esto no es sorprendente puesto que el sistema nervioso cuenta con la angiotensin-converting enzime 2 (ACE2), que es la puerta de entrada del SARS-CoV-2 en las células humanas. Pero cuando hablamos de las neuronas sensoriales olfativas supuestamente afectadas por el SARS-CoV-2 no expresan ACE2. Un estudio publicado en Science Advences parece resolver este enigma apuntando a las células de soporte, a las células epiteliales y de los pericitos de los vasos sanguíneos. El mal funcionamiento de estas células que intervienen en los procesos inflamatorios se relaciona con pérdidas en la actividad de las neuronas a las que dan soporte.