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El SARS-CoV-2 no afecta igual a hombres y mujeres y no se está estudiando

Publicado por Ramón Contreras

Que el coronavirus SARS-CoV-2 no afecta a todo el mundo por igual es algo de lo que habíamos hablado con anterioridad y que no sorprende porque también pasa en otras enfermedades. Hasta ahora la mayoría de estudios se habían centrado en las diferencias por edad a la hora de contraer la infección y en la dura con la que el virus atacaba el sistema o bien lo bien que el sistema inmune conseguía responder.

Además de la edad, se ha observado que existen diferencias significativas en la forma en que el virus afecta a las personas dependiendo de su sexo biológico. Aunque se ha estudiado menos, es un hecho que el SARS-CoV-2 no afecta igual a hombres y mujeres.

Se consideraba que los grupos de mayores de 65 años eran la población de más riesgo, puesto que ellos ya son en general el rango de población con más posibilidades de enfermar y de no superar una infección. Por ejemplo, los niños expresan menor cantidad de ACE-2, la proteína de entrada del virus en el organismo, por lo que se estableció que los niños se infectaban menos. Por otra parte los primeros datos sugirieron que los hombres eran los principales infectados por la enfermedad y esto se atribuyó a los diferentes roles que hombres y mujeres cumplen en las diferentes sociedades alrededor del mundo. Después de más de un año de pandemia los datos son claros, los hombres se mueren 1,7 veces más que las mujeres cuando son infectados por el SARS-CoV-2.

Era evidente que aquellas personas con enfermedades respiratorias tendrían una mayor probabilidad de que la enfermedad se volviera grave si acababan infectados o los diabéticos. A esto se ha de añadir datos como que las vacunas funcionaban igual en distintas etnias humanas. Este hecho fue importante cuando se trabajaba en el desarrollo de vacunas contra la COVID-19, pues se ha comprobado que en ocasiones las pequeñas variaciones en el genoma de las poblaciones puede afectar a la efectividad de un medicamento y en otras ocasiones se ha comprobado que diferentes etnias tienen diferente probabilidad de contraer enfermedades de todo tipo. Sin embargo, esto que se ha hecho para diferentes poblaciones no se ha aplicado en el estudio de la respuesta que genera la vacuna.

El sistema inmune de las mujeres les protege mejor contra las infecciones, caso del que no se salva el coronavirus pandémico. Esto es debido a que las citoquinas que activan a los linfocitos T se encuentran en mayor concentración en las mujeres. Este hecho que las protege más contra infecciones también causará que mayor número de ellas tenga enfermedades autonimunes.

Por otro lado, la propia ACE-2 se ve modulada por las hormonas sexuales. Los estrógenos, que las mujeres tienen en mayor cantidad son unos represores de la síntesis del transportador, mientras que los andrógenos que estimulan su síntesis. En este plano se ha visto que las terapias hormonales que cambian el ratio entre andrógenos y estrógenos como el tratamiento contra determinados cánceres puede ayudar a proteger al individuo contra la enfermedad.

Llevados por esta idea, el caso de las embarazadas y lactantes, donde las hormonas están haciendo su propio carrusel han sido excluidas de la mayoría de ensayos. Esto es en parte para proteger a estas personas y a sus hijos de los posibles efectos desconocidos de las vacunas. Desagradables sorpresas pasadas han hecho que la comunidad científica sea muy reticente a que se den medicamentos sin tomar todas las medidas de precaución para este grupo tan vulnerable y que representa a algo tan importante para la humanidad.

El sexo biológico de las personas es importante para gran variedad de enfermedades y la igualdad social y política, cosa importante, está relegando este tipo de estudios debido a su cariz diferenciador. Es crucial que se realicen más investigaciones para entender completamente cómo y por qué el SARS-CoV-2 afecta de manera diferente a hombres y mujeres. Esto permitirá desarrollar estrategias de prevención y tratamiento más efectivas y personalizadas. Además, también es necesario que se incluyan a las embarazadas y lactantes en los ensayos clínicos de las vacunas, siempre y cuando se tomen todas las medidas de precaución necesarias.