Día de las mujeres y las niñas en ciencia: Tsuneko Okazaki
Con motivo de la celebración del día de la mujer y la niña en la ciencia, hoy 11 de febrero. Compartimos la historia de una de las mujeres que han revolucionado la genética y cómo entendemos la vida. Con ello queremos animar desde Laguia2000 a las mujeres no solo ha seguir carreras científicas sino a la sociedad en general a tener curiosidad por la ciencia y a los estudiantes de ciencias hacerles ver que la historia de la ciencia siempre ayuda a entender las cosas.
Los fragmentos de Okazaki son uno de los pilares maestros de la replicación del ADN. La enzima encargada de la replicación del ADN lee la hebra de material genético del extremo 3′ al 5′ (como si dijéramos de izquierda a derecha). Pues bien, el ADN está puesto en una doble hebra complementaria. Esto quiere decir que hay dos hebras pegadas una que a la izquierda tiene el 3′ y otra pegada encima que tiene el extremo 5′. Para replicar el ADN la doble hebra se abre de tal manera que la enzima polimerasa que copia el ADN va del 3′ al 5′ como hemos dicho, pero solo de una hebra. La otra hebra (la complementaria o la que nos imaginamos arriba) sin embargo, no se abre en el mismo sentido, sino que se abre en sentido 5′ a 3′. Esta hebra no puede leerse “del tirón” como la que corre de 3′ a 5′ puesto que el 3′ está oculto. En esta hebra complementaria la polimerasa en lugar de copiar el ADN todo seguido va haciendo fragmentos cortos de 3′ a 5′ cada vez que la doble hebra de ADN se abre un poco más. Este proceso es complicado de explicar, por eso te aconsejamos que leas nuestro artículo sobre los fragmentos aquí, o sobre como funciona la telomerasa aquí.
En cualquier caso, los fragmentos de Okazaki fueron descubiertos por el matrimonio formado por Kenji y Tsuneko Okazaki una pareja de investigadores japoneses y el también nipón Kiwako Sakabe durante su estancia en EE. UU. tras la guerra mundial. Tras la muerte prematura del marido a causa de una leucemia (posiblemente provocada por la radiación de la bomba de Hiroshima) ella siguió trabajando en desentrañar cómo se replicaba el ADN y los fragmentos de ARN que se asocian con él durante el proceso. Este trabajo aportaba pruebas experimentales a la hipótesis que se barajaba hasta entonces de que el ADN no se podía replicar de forma continua y que pequeñas fragmentos de ARN eran necesarios para proteger el ADN cuando se abre la doble hebra para que no sea atacada por la maquinaria defensiva de la célula que elimina cualquier ADN de cadena sencilla (que le recuerda a un ADN vírico).
Tras el descubrimiento la genetísta ha seguido trabajando en multitud de proyectos, algunos relacionados con la formación del ADN o el ARN pero también en síndrome de Down, o la regulación génica en la placenta. En el año 2000 recibió el prestigioso galardón que la UNESCO en colaboración con L’Oreal otorga a las mujeres que han contribuido de forma significativa en el avance de la ciencia.