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Qué pasa con la nueva cepa del SARS-CoV-2

Publicado por Ramón Contreras

Ahora que empiezan las campañas de vacunación contra el coronavirus causante de la pandemia de COVID-19 salta a la palestra informativa una nueva cepa surgida, o detectada por primera vez, en el país británico. Las alarmas han saltado desde el gobierno inglés y han comunicado que una nueva cepa con varias mutaciones en la proteína de la espiga del virus está empezando a circular y que ya ha sido detectada en otros países. Esto tiene dos implicaciones importantes.

Por un lado, la espiga es la proteína que interviene en la interacción entre el virus y las células del hospedador. Las mutaciones en dicha proteína pueden alterar la eficacia de la interacción, como de hecho parece que ha ocurrido en este caso. Según las fuentes inglesas estas mutaciones provocan que el virus se transmita un 70% más que las cepas ordinarias que teníamos hasta ahora. Esto quiere decir que si antes cada infectado infectaba a su vez a otra persona,ahora lo hará a 1,7 personas. En términos epidemiológicos se consideraba que la COVID-19 se extendía a una tasa de 1,5 infectados por cada paciente. Así que si le sumamos el 70% los pacientes con esta cepa tienen más posibilidades de infectar hasta a 2,55 personas. El cálculo es 1,5 de personas que infectaba la cepa anterior más el 70% de estos 1,5 que es 1,05. Esto ya supone un nuevo reto para la sanidad mundial. Aunque los estudios realizados al respecto no muestran que aunque se extienda con mayor rapidez haya variado su tasa de letalidad, aunque hay que decir que al infectar a más personas aumentará la tasa de mortalidad, pero no a causa de un virus más nocivo sino a causa de mayor número de infectados.

Por otro lado, la proteína de la espiga es la diana predilecta de las vacunas que se están desarrollando contra el virus. Al mutar esta región cabe la posibilidad que la diana del material genético que marcaban las vacunas haya desaparecido o cambiado y ya sea reconocible. Por ahora parece que ninguna vacuna ha perdido su eficacia debido a estas mutaciones, aunque pruebas en vivo tienen que realizarse todavía para corroborar estos indicios sobre el papel.

La cepa b.1.17 tiene múltiples mutaciones, o más bien hay que decir que el cluster de cepas de SARS-CoV-2 que denominamos b.1.17 o VUI-202012/01 tienen mutaciones en varias localizaciones. En concreto en la espiga encontramos las siguientes deleciones de bases en la posición 69-70, también en la posición 144, y los siguientes cambios de bases que afectan a los aminoácidos N501Y, A570D, D614G, P681H, T716I, S982A, D1118H. Esta nomenclatura hace referencia a los nucleótidos que se cambian delante, la posición en medio y luego la letra del aminoácido que resulta de la mutación. De todas ellas la mutación más importante es de la posición 501, el cambio produce una variación en la proteína de la espiga que altera la capacidad de unión con el receptor de entrada, la proteína ACE2. Esta mutación es similar en efecto a otra localizada en la región 614, que también altera la capacidad del virus para interaccionar con ACE2. Esta mutación es muy frecuente en otras cepas, como en la cepa mayoritaria en el sur del continente americano.