El lince ibérico vivió en el Sur de Europa durante 500.000 años
El lince ibérico es una de las especies bandera de la conservación hispano-lusa. Como su nombre indica es endémico de la península ibérica, pero los análisis de fósiles europeos cuentan la historia de como se extendió a través de los Pirineos por el sur del continente hasta legar a Italia, desafortunadamente su migración no tuvo éxito y quedó reducido a su área de distribución peninsular.
Este felino es el más amenazado de todos según los estudios de la UICN, por delante de leones, tigres o guepardos. Es el más pequeño de los grandes felinos, el más pequeño de todos los linces y casi podría decirse que hay gatos domésticos de un tamaño similar. Este animal cuenta tan solo con unas 900 cabezas para mantener la especie. Aunque este número podría parecer poco, cosa que ciertamente es verdad, cabe recordar que no hace mucho sus números eran mucho peores, quedando tan solo un par de cientos de individuos distribuidos entre ambos países. Hemos hablado de cómo se ha recuperado y la UICN ha pasado de tenerlo en su lista de especies más amenazadas a especie solo amenazada, gracias a las labores de recuperación intensísimas que se han realizado para conservarlo.
El lince ibérico (Lynx pardinus) se separó del lince boreal (Lynx linx) ahce unos 1,8 millones de años. La especie ibérica se adaptó a vivir de presas de menor tamaño, como el conejo que es la base de su alimentación actual. Este cambio se vio reflejado en que estos linces son de menor tamaño que sus primos del norte de Europa y Rusia. Fue durante esa época en la que una glaciación cubrió el contiente separando ambas poblaciones. La cadena montañosa de los Pirineos fue el límite más probable de su expansión durante más de un millón de años. Finalmente, las nieves se retiraron y pudo atravesar la elevada cordillera. La colonización de los terrenos que ahora ocupan los países galos e italianos se llevaría a cabo hace entre 600 mil y 40 mil años. Los fósiles encontrados en Francia datan de ese momento, y los más recientes de todos encontrados precisamente en Italia podrían relatar sus últimos momentos de viva más allá de la península ibérica. Varios cráneos en perfecto estado, así como dientes e ijadas halladas en el Piamonte ayudan a reconstruir la historia de esta fascinante especie.
Aquellos linces ibéricos asentados en Italia eran más corpulentos que los actuales. La hipótesis que se baraja al respecto es que la vuelta al centro de Europa permitiría cazar de nuevo presas más grandes y podrían volver a desarrollarse para poder cazarlas. Sin embargo, algo ocurrió hace 40 mil años, puesto que el registro fósil se acaba más allá de España y no volvemos encontrarlo fuera de las fronteras naturales del país. En esa línea cabe destacar que los paleontólogos han descartado que el origen de su declive fuera la mano del hombre. Por lo que tal vez la competencia con la especie boreal, mejor adaptada a las condiciones, o la falta de presas más adecuadas a su tamaño podrían ser las causas de su desaparición. No obstante, el lince ibérico ya competía con el lince boreal en la cadena montañosa de los Pirineos sin mayores problemas, aunque hay que decir que ambos han desaparecido de allí debido a la caza.
Los estudios genéticos del lince ibérico han mostrado siempre que su diversidad genética es baja. Esto es de especial interés para adaptarse a nuevos ambientes y enfermedades. Tradicionalmente se ha creído que este hecho era debido a la disminución de sus poblaciones -lo cual es la mayoría de las veces la principal cuando se observa este fenómeno en seres vivos. Sin embargo, el estudio de los genomas antiguos de estos fósiles ha revelado que hace 40 mil años su diversidad ya era baja. Esto lleva a los investigadores a especular si realmente hemos perdido diversidad genética en el lince ibérico o simplemente es una especie que ha contado con pocos individuos de forma ancestral. En cualquier caso todos estos hallazgos no hacen más que inflamar las motivaciones para conservar una de las especies más emblemáticas de Europa.