Un nuevo gen que predispone a la obesidad en Europa
Uno de los dogmas de la genética es que cualquier carácter del individuo es fruto de la suma entre la genética y el ambiente. La suma no tiene por qué ser ponderada y a veces tiene más peso la genética y a veces más peso el ambiente, no hay reglas establecidas generales. Cada característica tendrá sus propias singularidades. Algunas características se controlan completamente por los genes. Si solo un gen interviene en la aparición o no de un rasgo, estamos ante una característica mendeliana. Por lo general, las características como la altura, el color del pelo, de los ojos, la forma de la cara u otros rasgos que los humanos entendemos fácilmente no son mendelianos, sino que están controlados por varios genes y además están influidos por las condiciones ambientales. La característica es color de ojos y las diferentes posibilidades serían ojos azules, verdes, grises, marrones, violetas…
El estudio reciente “Folliculin-interacting protein FNIP2 impacts on overweight and obesity through a polymorphism in a conserved 3? untranslated region”. De Lara P. Fernández, Nerea Deleyto-Seldas et al. publicado en Genome Biol (2022) ha encontrado un gen implicado en la cantidad de grasa que el cuerpo acumula. Este gen, FNIP2, tiene 48 variantes genéticas conocidas en humanos y se ha encontrado una relación significativa entre una de las variantes y la obesidad, así como la probabilidad de tener un índice de masa corporal, IMC, elevado. Este gen controla las señales bioquímicas que usa la célula para saber los nutrientes que tiene a su disposición.
El análisis realizado con casi 800 europeos ha mostrado que alrededor de un 60% de ellos tienen una variante genética que mejora la absorción de grasa. Una vez identificado este gen se introdujeron dos versiones del mismo en ratones. Con ello, se ha comprobado en laboratorio que mientras que los que tienen la versión “flaca” del gen acumulan alrededor del 15% menos de grasa corporal con la misma dieta que los roedores con la versión “robusta”. Próximos pasos de los investigadores incluirán averiguar por qué este pequeño cambio (de solo una base nitrogenada de todo el genoma) repercute en el peso del individuo. Además, el hecho de que esta variante se encuentra en el 60% de los europeos plantea la duda de si tiene algún tipo de ventaja evolutiva que ha sido seleccionada por las inclemencias naturales, por las guerras y las hambrunas hasta llevarnos a este punto.
Aunque el hallazgo sea muy interesante, a día de hoy sabemos que en el control del peso corporal la importancia genética es de alrededor del 20%. Otros factores, como la disponibilidad de comida, la dieta o el ejercicio, son más influyentes en la cantidad de grasa que puede acumular una persona. Por lo que es posible que la influencia en el peso de una persona de este nuevo gen recién detectado sea muy pequeña en términos generales. Entre otras cosas, los autores del texto solo nombran que este gen ayuda a la tendencia o predisposición al sobrepeso, debido a su bajo impacto en la característica.
Conocer mejor como funciona la obesidad es uno de los problemas del primer mundo del siglo XXI. Con una población cada vez con mayores problemas de sobrepeso, encontrar las causas genéticas y ambientales de estos problemas pueden ayudar a personalizar dietas o tratamientos para reducir los riesgos y los problemas asociados con esta condición.