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El lince ibérico a un paso de dejar de estar en peligro de extinción

Publicado por Ramón Contreras

El lince ibérico es una de las especie bandera de la conservación y recuperación de la naturaleza de España y Portugal. Para los residentes en estos países es como el oso panda en China o el oso polar del Ártico. A finales del siglo XX la especie estaba al borde de la extinción. Durante los 70 y los 80 la especie había ido perdiendo gran cantidad de territorio y además la caza de este bello animal había mermado las poblaciones. Al empezar la década de 1990 quedaban alrededor de 100 individuos entre ambos países. La IUCN estudió el caso y puso la etiqueta de especie “en peligro crítico de extinción”. Organizaciones conservacionistas, gobiernos estatales y locales e incluso la autoridad europea se volcaron en recuperar uno de los felinos más grandes de Europa. Desde 1994 se llevaron labores de conservación y sobre todo de catalogación. Todavía había muchas cosas que no sabíamos de la especie y ya la estábamos perdiendo. La primera acción fue un conteo exhaustivo de los miembros que seguían vivos, dónde vivían, qué conexiones tenían y cuáles eran las posibilidades de sobrevivir de las poblaciones. Durante ese primer tiempo se llevaron a cabo medidas de protección más generales. Hasta que con el cambio de siglo se empezó una arriesgada prueba de cría en cautividad y luego de suelta de individuos a las poblaciones existentes. Fue un éxito.

Las poblaciones acuciadas estaban tomando una bocanada de aire. Primero la prohibición de caza y luego las labores de conservación y reintroducción empezaron a dar sus frutos. Para principios de siglo, sin embargo, seguían en estado crítico. Tendrían que pasar 15 años de trabajo continuo para que la UICN reevaluase el estado del lince y consiguiera pasar de Estado crítico a estar solo en peligro de extinción. Era un paso en la dirección adecuada. Estaba claro que las acciones de más de 11 organizaciones conjuntas estaban dando sus frutos. Finalmente en 2020 se ha hecho el conteo de los individuos en libertad de lince ibérico en 2019. Los números no son para tirar cohetes, hay 894 individuos. Aunque la población de hembras reproductoras maduras es de tan solo 160. La población se ha multiplicado por 7 desde que empezó a actuarse, es cierto. Pero todavía sigue la especie en peligro de extinción. Está claro que las poblaciones están más sanas y son más resistentes a las inclemencias meteorológicas que antes. Por otra parte más del 50% de las muertes de linces fueron por atropellos, por lo que todavía queda margen de mejora para la protección.

De cara al futuro los conservadores se han propuesto un ambicioso objetivo, conseguir que el lince ibérico baje a categoría de vulnerable para 2040. La meta es elevada pero el optimismo reina entre los participantes. Para conseguirlo hay que cumplir ciertos requisitos: Por un lado la población efectiva (el número de hembras reproductoras) debe seguir creciendo, y mucho. Se necesitan más de 750 hembras adultas, y más de 125 durante 5 años consecutivos para que la especie se considere solo vulnerable. Además, la especie tiene que tener más poblaciones, se calcula que necesita 8 núcleos de población más para tener grupos sanos y efectivos. Uno de los problemas de las especies al borde de la extinción es la poca variabilidad genética que tienen. Dicho de manera que se entienda rápidamente, si son pocos individuos tras varias generaciones serán todos primos hermanos y eso puede dar lugar a problemas y enfermedades hereditarias. Para evitar esto se están llevando a cabo análisis genéticos. La forma natural de conseguir esto es conectando las diferentes poblaciones. Ahora mismo la mayoría de poblaciones en Toledo, Madrid (España) o Vale de Guadiana (Portugal) están casi completamente aisladas de la población principal que se encuentra en Andalucía. Durante estos años se crearán poblaciones intermedias y zonas corredor para favorecer el intercambio de individuos.

El lince ibérico es sin duda uno de los grandes logros de la conservación de la vida natural. Un ejemplo de que sí se puede revertir situaciones de peligro de extinción con la colaboración de todo el mundo. No cabe duda que la labor realizada ha sido titánica pero ha merecido la pena.