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Evolución por hibridación interespecífica

Publicado por Ramón Contreras

La hibridación entre dos especies es uno de los sistemas más complicados para obtener nuevas especies. Esto es debido a las barreras naturales que ponen algunas especies a esta hibridación. Los híbridos que sobreviven suelen ser estériles, así que salvo que se puedan reproducir de forma asexual están condenados. Las plantas son mucho más tolerantes que los animales a la hibridación. Antes de seguir leyendo puedes enterarte sobre las ploidías aquí.

Las plantas tetraploides son más grandes que las diploides y las hexaploides todavía más, esto es debido a que el balance de producción de proteínas se mantiene, pero aumenta la cantidad. Los casos de trisomías de tan solo un cromosoma son muy perjudiciales tanto en plantas como animales.

Las plantas Compuestas (nuestro artículo aquí) presentan muchas especies autopoliploides, que se sirven de la reproducción asexual para no tener que pasar por la meiosis, cuyo correcto desarrollo es imposible para ellas.

Las gramíneas por otro lado son un ejemplo perfecto de evolución mediante hibridación entre especies y aumento de copias de los genes. Puedes saber más de ellas aquí y de las maravillas de su genoma aquí.

La hibridación entre dos especies dará lugar a una nueva especie diferente a las dos anteriores, este fenómeno se denomina especiación y puede darse por esta u otras maneras. Nuestro artículo aquí.

Un ejemplo, una especie de trigo tiene 2n=14 cromosomas, se cruza con otra especie de trigo de 2n=24 cromosomas. Los gametos son haploides n=7 y n=12. El nuevo individuo recibe de cada parental un gameto.

Durante la meiosis los cromosomas se emparejan con su homólogo en el centro de la célula. En este individuo el apareamiento en la meiosis es imposible, puesto que los cromosomas provenientes de cada progenitor no encontrarán a su homólogo. Si fuesen especies evolutivamente cercanas algunos cromosomas podrían emparejarse por homología parcial de secuencia, aunque esto pasase, el número de cromosomas total es 19, así que siempre quedaría uno desparejado o formando un triplete de cromosomas con otros dos, en cualquier caso, siempre se acabaría perdiendo información, muy posiblemente vital para la vida.

Sin embargo, si las especies que se cruzan fueran autotetraploides (4x=28 y 4x=48) es decir, tiene dos parejas de cada uno de sus cromosomas. Sus gametos llevarán 14 y 24 cromosomas. Estos sí podrían aparearse (con el segundo cromosoma procedentes de su progenitor), la unión puede no ser tan perfecta como con su verdadera pareja, pero siguen compartiendo una gran homología y no se perdería ningún cromosoma durante la meiosis. De esta unión saldría un individuo viable diploide con x= 19.

El trigo duro y el blando no se diferencias en apariencia, pero sus cualidades son muy difenretes, gracias al genoma D.

El trigo duro y el blando no se diferencias en apariencia, pero sus cualidades son muy difenretes, gracias al genoma D.

Puede parecer que esto es algo rebuscado, pero se ha observado en la naturaleza. El trigo blando (Triticum aestivum), que se emplea para hacer el pan, es hexaploide 2n=6x=42. Posee seis juegos de cromosomas, dos de cada especie diploide ancestral. A cada uno de estos genomas, diferenciables por técnicas de marcaje genético, se les denomina genoma A, B y D, con n=7 cada uno. La especie diploide ancestral Triticum Monoccocum (genoma A) se cruzó con Aegilops espeltoides (genoma B), dando lugar al trigo duro Triticum durum, con el que se hace la pasta.

Estos dos genomas al principio se arreglaron para pasar la meiosis con homologías parciales, puesto que son evolutivamente cercanos. Luego sufrieron una poliploidía (cosa común en gramíneas) y por eso se mantienen los dos juegos cromosómicos diferenciados. El trigo duro se cruzó posteriormente con Aegilops squarrosa (también llamada Triticum tauschii) que aportó el genoma D, hace tan solo 9000 años dando lugar al trigo blando.