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Interacciones ecológicas: competencia interespecífica

Publicado por Victoria González

Las interacciones o coacciones son los efectos de unas poblaciones sobre el tamaño de las otras. Una de estas interacciones es la competencia interespecífica, que expresa la competencia entre especies diferentes. Generalmente se produce cuando ambas poblaciones compiten por los mismos recursos, que suelen ser de tipo trófico o genético. Las especies que compiten pertenecen, con frecuencia, al mismo nivel trófico: las plantas compiten entre sí, los herbívoros, etc.

Además de la competencia por recursos tróficos o genéticos, también puede haber competencia por el espacio. Este tipo de competencia es especialmente relevante en ecosistemas acuáticos, donde el espacio es un recurso limitado y las especies compiten por el territorio. En estos casos, la competencia puede ser tan intensa que puede llevar a la exclusión de una especie por otra, un fenómeno conocido como exclusión competitiva.

Cuando dos o más consumidores usan un mismo recurso, este tiende a disminuir, y dicha disminución afecta a los dos consumidores, por lo que la interacción que se produce es negativa para ambos: nadie saca beneficio.

Como siempre hay alguna diferencia entre especies en el uso de los recursos, la competencia interespecífica nunca es total o absoluta. Y, por el contrario, la competencia intraespecífica es más fuerte, ya que los organismos de una misma especie usan de igual manera los recursos.

La competencia aparente es un tipo especial que se produce cuando dos especies comparten un depredador. Aparentemente, si el depredador se come a los individuos de una especie, sería bueno para la otra porque no se come a los organismos que pertenezcan a la misma. Pero este efecto es solo aparente, ya que si hay mucha presa de una especie, a la larga aumentará la población del depredador, y esto perjudica también a la otra especie.

Además de la competencia aparente, también existe la competencia por interferencia, que se produce cuando una especie impide activamente a otra el acceso a los recursos. Este tipo de competencia es común en especies que defienden activamente su territorio, como los lobos o los leones.

La competencia interespecífica se puede ejercer a través de dos mecanismos:

– Explotación: un competidor agota los recursos, de forma que afecta negativamente a la otra especie. Es una competencia que se ejerce de forma pasiva.

– Interferencia: un competidor trata de impedir que la otra especie se lleve los recursos por mecanismos activos de agresión. Esta competencia la ejercen, por ejemplo, los felinos.

La competencia interespecífica puede ser:

– Simétrica: las dos especies se ven afectadas negativamente y en el mismo grado. Por ejemplo, las especies Rhizophora mangle y Avicennia maritima viven en manglares, donde la salinidad es un factor limitante. En las zonas de salinidad intermedias nunca aparece ninguna de las dos especies, no porque no puedan vivir allí, sino porque, debido a la fuerte competencia, ambas especies se excluyen.

– Asimétrica: las especies se ven afectadas de forma diferente. Por ejemplo, las especies Typha angustifolia y T. latifolia. En las zonas donde la profundidad del agua permitiría vivir a ambas especies, solo aparece T. latifolia, y T. angustifolia es desplazada por mecanismos de competencia.

Estos hechos son la base del principio de exclusión competitiva: la competencia interespecífica es más fuerte cuando dos especies comparten exactamente los mismos recursos. Dos o más especies que presenten modos de utilización de los recursos idénticos no pueden coexistir en un ambiente estable, ya que la más apta eliminará a la otra. La principal consecuencia a nivel evolutivo es la especiación: cuando dos especies comparten recursos, la única forma que tienen para sobrevivir ambas, es diferenciándose: se acaba produciendo un desplazamiento de caracteres. Este efecto fue el que observó Darwin con los famosos pinzones de las islas Galápagos.

Además de la exclusión competitiva, la competencia interespecífica también puede dar lugar a otros fenómenos interesantes, como la segregación de nichos o la coexistencia estable. En la segregación de nichos, las especies evolucionan para utilizar diferentes partes del recurso, reduciendo así la competencia. En la coexistencia estable, las especies son capaces de coexistir a pesar de la competencia, gracias a mecanismos como la predación, que mantiene a raya a las especies más competitivas.