Bipedismo: modificación del esqueleto
El ser humano tiene un gran número de similitudes con el resto de primates. Sin embargo, el éxito como especie del Homo sapiens se debe al conjunto de características que lo diferencian. Estos avances tienen que ver estrechamente con cambios en su estructura, más concretamente cambios en su esqueleto. Para saber más sobre el esqueleto puedes leer nuestro artículo aquí.
Estos cambios le supusieron una ventaja evolutiva decisiva en la carrera por el dominio del ambiente. Los seres humanos son bípedos completos. A diferencia de otros primates y mamíferos que pueden adoptar una postura bípeda el ser humano se yergue sobre sus patas traseras de forma natural.
El bipedismo, la primera la diferenciación del resto de primates, surgió hace unos 7 a 4,5 millones de años. Por ejemplo, la mirada estereoscópica, con los ojos al frente o los pulgares oponibles están presentes en todos los primates, de hecho los pulgares oponibles aparecen en otros primates tanto en manos como en pies. La diferencia radica en la exclusividad para manipular que adquirieron las extremidades anteriores, al adquirir la postura erguida. Mientras que el resto de primates debe usar sus mano para caminar.
El ser humano tendrá que adoptar una gran cantidad de cambios en sus músculos, vísceras y en el esqueleto para permitir el bipedismo.
En primer lugar el centro de gravedad tuvo que cambiar. Pasando de estar a cuatro patas a aguantarse solo en dos. Para ello los músculos de la espalda tuvieron que hacerse más potentes y la columna vertebral reforzarse para mantenerlos. Además la inserción de la columna vertebral en el cráneo tuvo que cambiar para permitir mirar al frente. Los cóndilos occipitales se adelantaron y cambió la posición del atlas. Gracias a la inserción de la columna en el cráneo los arqueólogos pueden determinar si un animal era bípedo son con ver su cráneo.
La columna tiene que adaptarse a soportar el peso verticalmente no horizontalmente, por lo que la columna de un ser humano serpentea de forma diferente a la de, por ejemplo, una vaca. Por eso la espalda del humano forma una concavidad. El recién nacido tiene una espalda convexa que se va transformando a medida aprende a mantener la cabeza erguida y a caminar. Cuando yergue la cabeza, se forma una concavidad cervical y cuando empieza a mantenerse de pie y a sentarse se recoloca su columna formando la concavidad lumbar.
La caja torácica y el esternón se ensancharon para aguantar a las vísceras. Se pierde el pulgar oponible del pie mediante complicadas modificaciones óseas y se alargan las piernas, por lo general corta en primates.
Para acabar la pelvis sufrió una serie de modificaciones importantes. Otros primates se bambolean al caminar de forma bípeda, puesto que la inserción de sus piernas no les permite caminar recto. El fémur tiene que modificarse para insertarse horizontalmente en la cadera que se aplana: reduciendo la sínfisis púbica y el isquion forma las alas pelvianas. De esta manera se facilita la transferencia del peso de la columna a las piernas. Por el contrario los cambios en la pelvis supusieron partos más peligrosos y difíciles.
Para saber más de otras características de la evolución humana puedes ver sus artículos: pulgares oponibles aquí , desarrollo del aparato fonador, desarrollo de la capacidad cognitiva y craneal.