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Evolución del aparato fonador humano

Publicado por Ramón Contreras

Durante la evolución del género Homo se han producido severas modificaciones anatómicas. El resultado final ha sido el Homo sapiens, único representante del género en la actualidad.

La postura bípeda se considera el principio de la evolución hasta la especie que conocemos hoy en día. Sin embargo, hay otras características que diferencian al ser humano del resto de primates. El pulgar oponible y el desarrollo de la capacidad craneal y cognitiva son, conjuntamente al desarrollo del aparato fonador, las más importantes. Puedes aprender más sobre las dos primeras aquí y aquí .

El aparato fonador humano está formado por varios componentes de la boca: la mandíbula, ambos labios, la lengua y el paladar. La interacción de todos ellos y de las vías nasofaríngeas (el aparato respirador y el digestivo) permiten emitir sonidos.

La adopción de la postura bípeda, llevó a un asentamiento del cráneo y aumento del volumen cerebral. Esto dotó a la especie de una mayor profundidad cognitiva y una mayor capacidad para la extrapolación, la previsión de consecuencias y la abstracción. Paralelamente el aumento de habilidad manual y el uso de herramientas hizo necesario una forma de comunicación que no necesitara de gestos manuales, como se cree que era el lenguaje de algunos antepasados del Homo sapiens.

La laringe de los bebés les permite beber y respirar al mismo tiempo, pero no hablar.

La laringe de los bebés les permite beber y respirar al mismo tiempo, pero no hablar.

Todos los mamíferos son capaces de producir sonidos y ruidos con los que en mayor o menor medida se comunican con sus congéneres o con miembros de otras especies. La diferencia en humanos actuales (Homo sapiens) con lenguaje tras la lactancia la laringe adquiere un posición más baja. Consecuentemente se crea un espacio útil más amplio para la boca y la faringe, lo que permite una mayor variabilidad de posiciones para conformarlos como resonadores. Esto permite un lenguaje más rico. Como consecuencia del descenso de la laringe los adultos de H. sapiens no pueden beber y respirar al mismo tiempo, como hacen los lactantes o los chimpancés con la laringe no descendida, además de poderse atragantar al comer y beber.

Lo cual no quiere decir que el Homo neanderthalensis (el pariente más cercano a Homo sapiens) e incluso H. rudolfensis (el más lejano dentro del género Homo), con la laringe no descendida no tuvieran un lenguaje. simplemente no eran capaces de articular tantos sonidos (como por ejemplo la a, la i o la u).

El estudio de cráneos de antecedentes fósiles, como H. habilis u Homo ergaster presentan aparatos fonadores similares al del Homo sapiens aunque su paladar era más parecido al del chimpancé por lo que se cree que no podían articular ciertas consonantes.

La falta de evidencias fósiles, cráneos completos y huesos hioides, no permite saber si realmente los antecesores evolutivos del ser humano hablaban. En el hioides se articulan los músculos de la lengua y está estrechamente relacionado con la posición de la laringe.

El H. neanderthalensis parece ser que tenía la laringe no descendida, aunque miembros del género anteriores (H. habilis y H. ergaster sí parecían presentarla). Este dado crea mucha confusión en los entendidos del tema que no entienden como pudo perder cualidades del habla. Se teoriza con la necesidad de mantener el calor de las vías respiratorias de la época glacial. Sin duda habrá que esperar a los estudios llevados en los cráneos encontrados en Atapuerca para resolver las dudas al respecto.