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Mutualismo en la dispersión de bellotas por animales

Publicado por Ramón Contreras

Las interacciones entre especies animales y vegetales es una realidad innegable que se ve cada día en todos los ecosistemas. Normalmente nos centramos en las relaciones de depredación que los primeros tienen sobre los segundos. Sin embargo, no es malo todo lo que hacen los animales a las plantas. En multitud de ocasiones los animales son parte indispensable del ciclo vital de las plantas. Se habla de la importancia de las abejas y otros insectos en la polinización, de hecho ya hemos hablado del rol fundamental de las avispas en la reproducción de las higueras, aquí. Otras veces son los animales más grandes los encargados de dispersar semillas. De hecho, muchos árboles cuentan con estos grandes animales (del grupo de los vertebrados principalmente) para poner germinar.

Los robles (género Quercus) son un grupo de árboles de gran importancia ecológica cuya vida está estrechamente ligada a la de los animales que habitan en el mismo ecosistema que ellos. El fruto del roble, la bellota, es consumido por la mayoría de los herbívoros del ecosistema, desde ardillas y cuervos hasta jabalís o ciervos. Todos ellos se aprovechan de la producción del roble durante la época otoñal -en la que escasean otros alimentos- por su alto contenido en grasa y nutrientes esenciales que la bellota almacena en los cotiledones. Sin embargo, muchas aves y roedores no solo las consumen inmediatamente sino que las almacenan para pasar el invierno. Para ello las guardan en escondrijos o incluso las entierran en diferentes sitios del bosque para tener comida asegurada si algún competidor encuentra su almacén principal. A veces estas bellotas no son usadas y quedan enterradas pudiendo germinar y a salvo de los avatares del tiempo como las sequías o las heladas, ambas perjudiciales para la semilla o de a acción de otros depredadores. Las bellotas son frutos recalcitrantes, es decir que son activas desde el momento en que caen al suelo, razón por la que son sensibles a cambios de temperatura o humedad. Por lo que al ser enterradas empiezan a germinar directamente

Las bellotas tienen depredadores natos claramente antagonistas, que son aquellos animales que simplemente las consumen, en este grupo incluimos a los jabalís, los cérvidos, y todo el ganado doméstico. La presencia de estos animales modula la dispersión de los robles, aunque la producción de frutos ya contempla que muchas se perderán de esta manera. En el otro lado encontramos aquellos animales que benefician la dispersión de los frutos, entablando una relación mutualista Mutualismocon el roble. Los principales actores de esta interacción serían los ratones de campo o aves como el arrendajo. La acción de estos ayudantes es fundamental para agilizar el proceso que ha de suceder para una óptima germinación de un roble. Por un lado entierran la semilla protegiéndola de otros depredadores, al estar enterrada no sufre desecación y puede empezar a germinar sacando los cotiledones y unas raíces que encontrarán rápido sustento.

Además, estudios de laboratorio han mostrado que las bellotas siguen siendo viables hasta con tan solo dos terciois de su material de reserva, por lo que se intuye que pueden sobrevivir a una depredación parcial por insectos o herbívoros y seguir germinando.