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Cepa japonesa/filipina, nuevas variantes de SARS-CoV-2 y vacunas para la COVID-19

Publicado por Ramón Contreras

La pandemia de COVID-19 está teniendo una cobertura nunca antes posible. Si bien los periodistas españoles cubrieron con excepcional amplitud la gripe de hace un siglo, el estado de hiperconexión global nos permite seguir la actualidad del coronavirus minuto a minuto. Esta realidad es así, un caso de reacción adversa a la vacuna en otro país se convierte en una fuente fiable para no quererse vacunar. También encontramos opiniones de personas que esperan a que la FDA estadounidense apruebe una vacuna para decir que es segura en Europa, mientras que aceptan a la Sputnik V aún a sabiendas de que no ha pasado los mismos controles. Las conversaciones de sobremesa se mueven sobre que vacuna da más efectos secundarios y sobre si dan alergia.

A nivel científico pasa algo parecido. Estamos viendo en los medios de comunicación la aparición de nuevas cepas más letales o más transmitidas antes incluso de que se realicen las pruebas necesarias. La más reciente de ellas es la alarma que han dado las autoridades japonesas sobre un paciente en cuarentena proveniente de Filipinas. El viajero que era asintomático cumplía con el confinamiento individual por orden legal cuando salieron a la luz sus resultados de un test para detectar el virus. A pesar de no tener síntomas se encontraron trazas del virus en su organismo.

Esta cepa se suma a la lista de cepas que se han detectado en todo el mundo. La sudafricana, la brasileña, la californiana o la inglesa son algunas de las más conocidas por sus mutaciones que las hacen potencialmente más peligrosas. Aunque la verdad es que existen muchas cepas, la mayoría de ellas de carácter local y que no suponen alteraciones significativas del genoma del virus.

Lo cierto es que no se sabe exactamente que pasa con esta nueva cepa. Los estudios tienen que realizarse para analizar sus mutaciones concretas y su efectividad. En cualquier caso la detección de una nueva variante es un éxito de los sistemas de prevención que estamos haciendo a nivel global.

El problema con las nuevas cepas es exactamente ese, que son nuevas y desconocidas. Ahora que la vacunación está extendiéndose a toda la población las nuevas cepas son variables que pueden causar problemas a las vacunas. Las vacunas se basan en presentar un componente extraño -pero inofensivo- al cuerpo para que éste haga anticuerpos para reconocerlo y eliminarlo. Ahora bien, si el antígeno que se elige para la vacuna muta en una cepa, esa cepa no será reconocida por la vacuna.

Normalmente se eligen antigenos muy conservados en el genoma del virus. Por ejemplo, la importancia de ACE2 para la entrada del virus en las células humanas lo hacen una diana muy suculenta para las vacunas. Esa es la razón que es la proteína elegida para las vacunas que siguen esta estrategia.

Gracias al reconocimiento temprano de una variedad nueva de SARS-CoV-2 se puede evaluar su capacidad de eludir una vacuna. Por ahora las vacunas han podido detener todas las nuevas cepas, lo que demuestra la robustez de las vacunas creadas y el buen diseño que tienen. Por ejemplo, los estudios realizados en las vacunas de Pfizer o Moderna con la variante británica han demostrado que mantienen la efectividad. Finalmente los expertos aclaran que modificar una vacuna existente para para adaptarla a una nueva cepa será rápido y sencillo en comparación con crear una vacuna de nuevo como ha pasado al principio. Será como se hace con las vacunas anuales contra la resfriado.