Enfermedades del sistema inmune por malfuncionamiento de fagocitos
Los fagocitos son células del sistema inmune que forman parte de la respuesta innata del cuerpo. Su función principal es luchar contra los invasores comunes, virus y bacterias. Para ello tienen una estrategia que ya las amebas llevan utilizando con éxito millones de años. Tal vez sean lo que queda en nosotros de ese momento evolutivo de los seres vivos. Son capaces de estirar su citoplasma y envolver las partículas extrañas, de la misma manera que las amebas capturan su alimento por fagocitosis. Esta plasticidad celular las convierte en un tipo celular único con mecanismos propios para moverse por el cuerpo. Es esta misma capacidad la que les permite adentrarse en los tejidos en busca de sus presas, como si de cazadores y rastreadores se trataran.
Las enfermedades del sistema inmune suelen estar relacionadas con 2 procesos. En el primero las células encargadas de defendernos son incapaces de hacerlo por múltiples motivos, estas enfermedades se conocen como inmunodeficiencias. Por el contrario cuando el sistema inmune “trabaja demasiado bien” no solo reconoce las cosas extrañas para atacarlas sino que también verá caras sospechosas entre las filas de células propias y empezará a atacar a las células del propio organismo, estas enfermedades son las autoinmunes. Tanto un problema como el otro son extremadamente perjudiciales y su diagnóstico temprano es fundamental para superarlas o en el caso de que esto sea imposible (si la enfermedad tiene un origen genético). En cualquier caso, estas enfermedades suelen relacionarse con los linfocitos T y B, los encargados de la respuesta específica del organismo.
Por el contrario, los fagocitos forman parte de la respuesta innata. Así como los B y T necesitan el reconocimiento de secuencias concretas, los fagocitos tienen un sistema mucho más laxo para reconocer a los cuerpos extraños (más bien reconocen a todo lo propio para no atacarlo). Hay ciertas moléculas que solo una bacteria sintetizaría, y esas son las que reconocen los fagocitos para tragárselas y meterlas en su citoplasma para degradarlas con la esperanza de ingerir con ella a la bacteria causante. Es por eso que los fagocitos rara vez están implicados en enfermedades inmunitarias. Pero rara vez, no es nunca y podemos encontrar algunas en las que el mal funcionamiento del reconocimiento puede afectar a los tipos celulares a los que un fagocito ataca.
Las inmunodeficiencias causadas por mal funcionamiento de fagocitos representan “tan solo” el 25% del total. Cuando esto ocurre los fagocitos no son capaces de reconocer como extraños a bacterias y virus o bien no son capaces de digerirlos y en consecuencia aumentan el número de infecciones. Los tejidos que suelen ser infectados son los más expuestos, la piel y las mucosas, y los sospechosos habituales son las bacterias del género estafilococos.
Una de las posibilidades que hemos comentado es que las enzimas que tienen los macrófagos o los micrófagos no sean funcionales. Esto ocurrirá por fallos, mutaciones, en el ADN. Cuando el fagocito reconoce e introduce a la bacteria en su interior la enzima no es capaz de romper la pared celular o la membrana. Así que eventualmente la bacteria acabará saliendo y pudiendo esparcirse por el organismo. En otras ocasiones ha ocurrido una mutación en alguna proteína de reconocimiento, pero normalmente más que problemas de reconocimiento de patógenos suele ser falta de reconocimiento de linfocitos T. Puesto que linfocitos T y macrófagos trabajan unidos para acaban con la amenaza, pero los primeros tienen que ser llamados por los macrófagos. Si la señal para unir a los linfocitos no funciona correctamente volveremos a tener problemas en la respuesta inmune, solo que en este caso estarán involucradas células tanto del sistema inmune innato como específico.