Qué es la inmunodeficiencia y sus tipos principales
Conocemos como inmunodeficiencia al estado en el que el sistema inmune de una persona (o de un ser vivo en realidad) se encuentra por debajo de los valores normales de actividad. Esto puede ser por una baja presencia de glóbulos blancos en la sangre o porque estos son poco activos o por cualquier circunstancia que lleve a que el sistema inmune sea capaz de reconocer con normalidad a diversos patógenos. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo ser inmunodeficiente, o tener una deficiencia en el sistema inmune con el curso normal de algunas enfermedades, incluso las letales. El sistema inmune no es completamente eficaz, muchas enfermedades pueden acabar con la vida de una persona. A pesar de que en esas ocasiones el sistema inmune no es capaz de defender el cuerpo de la enfermedad no se habla de inmunodeficiencia. Este término vendrá reservado para cuando las capacidades de defensa del individuo están por debajo de las capacidades normales.
Estos valores de referencia se calculan con personas adultas, sanas, bien alimentadas y descansadas. Ha muchos factores que alterar la capacidad del sistema inmune desde cosas relacionadas con los linfocitos (como su ausencia) hasta otras relacionadas con las capacidades físicas del cuerpo. Por ejemplo la falta de riego sanguíneo puede ser una causa de inmunodeficiencia que puede llevar a que una infección se extienda en zonas aisladas del cuerpo.
En general distinguimos a las inmunodeficiencias según su causa u origen, podemos encontrar aquellas inmunodeficiencias primarias o congénitas, que serán aquellas causadas por una anomalía intrínseca al propio individuo, este tipo de inmunodeficiencias son de carácter genético y acompañan al individuo durante toda su vida, aparecen debido a algún problema durante el desarrollo, bien por una mutación genética u otro tipo errores aleatorios. Por otro lado, las inmunodeficiencias secundarias o adquiridas son aquellas que ocurren durante la vida del individuo y pueden ser transitorias o crónicas. Estas están ocasionadas por las condiciones ambientales y la interacción del individuo con el entorno (por ejemplo el VIH, es el virus que causa el SIDA, que las son siglas para Síndrome de la InmunoDeficiencia Adquirida adquirida). Pero otras cosas pueden causar una inmunodeficiencia como un cáncer, su tratamiento, medicamentos para receptrores de trasplantes, una mala alimentación, estrés, edad y un largo etcétera del que cada vez conocemos más componentes.
Entre las mutaciones que pueden causar inmunodeficiencia se han descrito más de 200 variaciones en el ADN que pueden afectar negativamente al sistema inmune. Sin embargo, su incidencia es muy baja. Todas ellas juntas tienen una incidencia de una persona cada 100.000 individuos. Este es uno de los motivos por los que diagnosticar una inmunodeficiencia es tan complicado y sobre todo encontrar a qué se debe para poder actuar.
Entre los factores que causan una inmunodeficiencia secundaria el principal a tener en cuenta es la nutrición. La desnutrición es un problema global que afecta a millones de personas. Su relación con el sistema inmune es especialmente importante en los bebés y los niños, pero a todas las edades la desnutrición disminuye las defensas. Las vitaminas y otros compuestos esenciales son esenciales precisamente porque son componentes que el cuerpo necesita para crear y gestionar el sistema inmune.