Las rapaces cazan «a bulto» contra presas que viajan en manadas
En un artículo anterior comentábamos la importancia de la vida en grupo. Las ventajas siempre se han considerado mayores que los inconvenientes. La protección de la manada es vital para muchos animales, como las suricatas, donde la colonia tiene un vigía constantemente controlando los alrededores de la colonia. Esto no podría ser posible con un único individuo o con muy poquitos, puesto que el tiempo invertido en la vigilancia resta tiempo para otras labores, como la alimentación, la reproducción o la higiene. Siempre se ha dicho que una de las ventajas de moverse en grandes grupos (ya sean cardúmenes, bandadas o manadas) es que además de multiplicar la cantidad de ojos que vigilan los alrededores, también se dividen las probabilidades de que te coman como individuo. Con suerte siempre habrá un individuo más viejo, herido, enfermo o desvalido que tú al que podrán comer los depredadores.
Sin embargo, un estudio reciente publicado en Nature Communications (2022) ha observado a las grandes bandadas de murciélagos de cola libre mexicanos (Tadarida brasiliensis) durante sus salidas nocturnas desde las cuevas. Estos mamíferos voladores duermen en cuevas y salen en grupos de más de medio millón de individuos cada crepúsculo. Durante las salidas y entradas a las cuevas, los murciélagos son presas fáciles, como las tortugas recién nacidas en su camino hacia el mar. El gavilán de Swainson (Buteo swainsoni) es una de las rapaces, pero no la única, que se aprovecha de esto y caza murciélagos a las entradas de las cuevas.
El estudio en cuestión “Raptors avoid the confusion effect by targeting fixed points in dense aerial prey aggregations” muestra que las rapaces ante estos grupos tan grandes de presas y sobre todo con una densidad de individuos muy grande (las cuevas forman un cuello de botella y las bandadas suelen volar muy juntas) no apuntan a ningún individuo en concreto. Es decir, las rapaces por su forma de cazar planean sobre el terreno, en este caso sobre la entrada de la cueva donde la bandada de murciélagos está saliendo. Y, normalmente, cuando divisan una presa, se lanzan en picado para atraparla al vuelo con sus garras o atraparla contra el suelo antes de emprender el vuelo de nuevo. Sin embargo, se ha visto que cuando cazan murciélagos no apuntan a un individuo concreto, cosa que sería casi imposible dentro de la nube de más de medio millón de individuos que vuelan apretujados. Las rapaces apuntan a un punto fijo dentro de la nube y se lanzan. En su experiencia y dada la densidad del enjambre por pura probabilidad acabarán colisionando con una presa en sus garras que será la que cojan.
Esta estrategia de tirar “a bulto” se ha observado por primera vez en las rapaces, pero ahora ya no se descarta que más cazadores, tanto en el cielo como en la tierra o bajo el agua, realicen este tipo de maniobras para cazar. Como apuntan los autores del artículo, no solo han documentado una nueva forma de cazar, que posiblemente se de en otros animales, sino que esperan incluso que los datos obtenidos sobre el comportamiento puedan ser extrapolables a otras áreas, como la de los vuelos de drones.