Los grandes constructores de presas, las madrigueras de los castores
Aunque el ser humano es el mayor modelador de su entorno de todos los animales que existen o hayan existido en la tierra, lo cierto es que otras especies pueden adaptar el entorno para cubrir sus propias necesidades. Ejemplos de esto son las hormigas que cultivan hongos en sus hormigueros, todas las aves que construyen nidos o los peces globos y sus círculos misteriosos de cortejo. Sin duda uno de los que más se asemeja al ser humano en cuanto a remodelación de su entorno son los castores.
Los castores son unos roedores semiacuáticos presentes tanto en el continente europeo como en el americano. Han sido cazados intensamente por su piel durante varios siglos, aunque en la actualidad la práctica ha caído en el desuso y afortunadamente ambas especies se encuentran fuera de peligro de extinguirse. Puedes leer más sobre los castores en el artículo que le dedicamos ahce unos años aquí.
Los castores modifican su entorno de varias maneras. Como ya hemos dicho son semiacuáticos y por eso viven siempre asociados a masas de agua dulce. Cuando una familia de castores se instala en un territorio lo primero que hace es una presa para retener el agua y crear una laguna artificial. Para ello usan tierra, hojas, ramas y troncos que cortan royéndolos con sus afilados y grandes dientes incisivos -propios de los roedores-.
Los castores son animales muy territoriales, sus necesidades de material vegetal y agua hacen que las colonias no puedan vivir demasiado cerca unas de otras. Una vez que una familia tiene una charca o laguna de su agrado cortarán troncos y ramas para hacer su madriguera o cabaña. Estas construcciones son de varios metros de tamaño, 5 o 6 de diámetro y al menos dos de altura. En el interior de la cabaña hay dos cámaras conectadas, una principal que tiene los techos de un metro de altura en el interior. La cámara secundaria se encuentra elevada respecto de la primera, de esta manera los castores se aseguran que con las crecidas de la primavera la cámara no se inundará. El techo suele ser más delgado que las paredes permitiendo un mejor intercambio del aire para ventilar la madriguera.
Para acceder al interior de la cabaña hay dos entrada. Una, más directa, casi vertical desde la base de la cabaña, es la que se emplea normalmente para entrar y salir una vez que la madriguera está construida. La segunda, oblicua y más larga, es la empleada durante la construcción para traer los troncos y otros materiales que formarán la cabaña. Ambas tienen su entrada por debajo del nivel del agua para impedir que otros animales entren en su madriguera -aunque se ha visto que los castores toleran la presencia de ratas almizcleras dentro de sus madrigueras- y también para evitar quedarse aislados y no poder salir cuando la capa superficial del agua se hiele durante el invierno.
Además de la madriguera, es frecuente que los castores modifiquen también la ribera de su laguna. Si las masas vegetales que van a emplear para construir su cabaña se encuentran alejadas es posible que construyan canales para poder transportar el material de construcción por el agua, elemento en el que se mueven con más soltura que en la tierra firme. Se han encontrado canales de hasta 100 metros de longitud, con una profundidad de un metro, hay que tener en cuenta que han de permitir llevar troncos enteros con soltura.