¿Cómo se defienden las presas de sus depredadores?
Frente al ataque de los depredadores, las presas presentan diferentes mecanismos de defensa. Estos mecanismos se pueden agrupar en los cambios en los esquemas de color y en la apariencia, y en las defensas de comportamiento.
Los cambios en la apariencia y en los esquemas de color pretenden reducir las probabilidades de ser capturados por un depredador. Para ello, las presas recurren a:
– Aposematismo: es característico de las presas venenosas o de mal sabor, que adoptan esquemas de color muy llamativos con el objeto de que los depredadores aprendan rápidamente a evitarlas. Por ejemplo, la mariposa monarca se alimenta de unas plantas denominadas Asclepias, y adquieren de ellas glucósidos que afectan al ritmo cardiaco de los depredadores. Constituye una buena defensa química, y la mayoría de los depredadores aprenden a evitar a la mariposa monarca.
– Mimetismo mülleriano: convergencia de distintas especies venenosas o de mal sabor en un mismo patrón de color, con el objeto de reforzar o facilitar el aprendizaje en sus depredadores. Este efecto es también común en muchas mariposas, por ejemplo en Heliconius melponeme y H. erato. Estas especies presentan una gran variación geográfica en su patrón de colores, sin embargo cuando conviven en la misma región, presentan patrones de color muy similares.
– Mimetismo batesiano: adquisición de un patrón de color por parte de especies no venenosas imitando el patrón de color de las especies aposemáticas. Casi cada especie aposemática tiene una especie que imita su patrón de color. Por ejemplo, el género Limenitis imita a la mariposa monarca.
– Cripsis: las presas adquieren una coloración muy similar al medio ambiente. La cripsis supone un problema para los machos de muchas especies, porque sus colores llamativos van asociados al éxito reproductivo. El estado llamativo es sinónimo de un buen estado fisiológico. Por eso muchas veces se produce una dicotomía: los machos son vistosos y las hembras son crípticas. Para solucionar el problema de que los machos son demasiado visibles para los depredadores, a veces se producen los cambios estacionales: en la estación reproductiva cambia la coloración.
Muchas presas adoptan las defensas de comportamiento y viven en grupos. Aunque esto supone la desventaja de que se produce un aumento en la competencia intraespecífica, tiene numerosas ventajas frente a la depredación:
– Facilita la detección temprana de depredadores: hay más ojos vigilando. A nivel individual, se puede dedicar más tiempo a la alimentación, y menos a la actividad de vigilancia. Por ejemplo, cuando el azor ataca a palomas aisladas tiene un éxito del 80 por ciento. Si estas van en grupos, la proporción baja mucho.
– Acción disuasoria frente al ataque: esto se produce especialmente cuando el depredador no es mucho más grande que la presa.
– Se promueve la desconcentración del depredador sobre las presas objetivo: se crea una confusión con la consecuente desbandada en la manada, ya que el depredador tiene dificultades en centrar su atención sobre una única presa.
– Disminuye la probabilidad de captura de los individuos que se encuentran hacia el centro de los grupos o colonias. Generalmente, los individuos dominantes se sitúan en el centro.