Camellos cimarrones, una plaga en Australia
Los camellos y los dromedarios son animales que siempre salen por estas fechas. Son conocidos por su robustez, perseverancia, pero también por sus malas pulgas. No en vano fueron las monturas elegidas por los reyes Magos de Oriente para ir hasta Belén, posiblemente siguiendo la ruta de la seda. Posiblemente, se desplazaron con estos animales durante miles de kilómetros siguiendo una estrella. Su capacidad de supervivencia es soberbia y de sobra conocida, sus jorobas (los dromedarios tienen una y los camellos dos) almacenan agua que puede ir usando durante más de un mes, por lo que no necesita fuentes de agua. Está específicamente adaptado a vivir en ambientes secos. Es por esta característica precisamente que se ha introducido en muchas regiones del mundo en las que otros animales no hubieran sobrevivido.
El camello (Camelus bactrianus) es originario del centro de Asia y el dromedario (Camelus dromedarius) del Norte de África y oriente próximo, pero desde allí se han llevado a gran cantidad de regiones en todos los continentes. De hecho, su introducción en Australia es lo que nos trae hoy aquí. Oceanía es un continente con unas condiciones únicas, su separación del resto y su situación en el mundo han hecho que los animales que han evolucionado allí lo hayan hecho de forma separada al resto. Los marsupiales son uno de los ejemplos más claros, pero encontramos muchos como los kiwis (las aves) o los ornitorrincos. Es por eso que su ecosistema es de los más precarios. Esta era de globalización y de circulación de especies no ha hecho ningún bien a las especies locales.
El camello cimarrón australiano es una mezcla genética entre camellos y dromedarios (aunque tiene más cantidad de genes provenientes de este último). Esta especie se ha introducido en Australia y en otras islas porque el centro de la isla mayor de Oceanía tiene un clima desértico. Fueron utilizados como medio de transporte de personas y mercancías durante la colonización. La llegada de los vehículos a motor desplazó el uso de estos animales y muchos fueron puestos en libertad a finales del siglo XIX, principios del XX. En la actualidad los camellos salvajes, o asalvajados, son un problema. Sin competidores ni depredadores, los camellos han crecido en número desproporcionado. En 2008 arrasaban con toda la vegetación que encontraban y se contaban cerca del millón de individuos con la posibilidad de doblar su número para 2020. Es por eso que el gobierno realizó un programa de reducción que dejaría a la población salvaje a menos de la mitad.
Sin embargo, se cree que en la actualidad hay una población en libertad de entre 700.000 y más de un millón de camellos de nuevo, la mayor población libre del mundo. Esto es un problema para las poblaciones de aborígenes de la zona meridional y para las poblaciones de colonos que ven como los camellos cimarrones arrasan con el alimento del ganado y entran en los cultivos. Pero sobre todo, las grandes manadas se asientan alrededor de las fuentes de agua (acostumbrados a apreciarlas especialmente) e impiden que otros animales se acerquen durante las sequías debido a su elevado número. De hecho, se sabe que han destruido grifos, bombas de agua y todo tipo de conductos para obtener el líquido elemento.