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La reforestación en zonas áridas tiene una nueva herramienta para su éxito

Publicado por Ramón Contreras

La desaparición de los bosques no es un proceso nuevo, pero el cambio climático ha llevado al equilibrio ecológico más allá del límite natural y pone en peligro la continuidad de muchos ecosistemas que se basan en la existencia de bosques en zonas áridas. Los bosques actuales son el resultado de la historia del planeta. Más de una vez seguro que has oído que durante la época de los dinosaurios los bosques llenaban el planeta, o que zonas que ahora son un desierto estaban bajo el agua. Un estudio reciente publicado en Nature Plants muestra la importancia de la historia vegetal para hacer frente a la deforestación actual y a las medidas de prevención y reforestación que se tratan de llevar en muchas partes del mundo.

Los bosquesáridos o secos son los que están en mayor peligro de desaparecer debido al problema climático

Los oasis, los bosques de alta montaña y otras formaciones vegetales hacen que nos preguntemos cómo han llegado esos árboles hasta allí. Es cierto que las semillas tienen una capacidad de dispersión y resistencia enorme, pero muchas veces nos preguntamos como árboles típicos del norte de Europa se encuentran en las montañas del sur europeo, a cientos o miles de kilómetros de sus congéneres más cercanos. La respuesta a esto es que en el pasado la taiga o bosques boreales, típicos del norte, se desplazaron hacia el sur a medida que se enfriaba el planeta, como en la edad de hielo. Luego, cuando volvió a calentarse, estos árboles solo sobrevivieron en zonas frías, como las cimas de montañas. Otras formas vegetales, como los oasis, son el resultado de bosques que se han ido encogiendo hasta encontrarse solo en las zonas más cercanas a las surgencias de agua. Las zonas áridas son las más afectadas por la deforestación, por eso este estudio muestra las posibilidades de recuperación de amplias zonas asoladas por la sequía.

Para las labores de reforestación hay que tener en cuenta la cantidad de agua disponible (los acuíferos) y la distribución anterior de los bosques. En el artículo de Guirado, (2022) se ha mapeado unos 100.000 los bosques de zonas áridas de varias zonas del mundo y se han establecido relaciones con los acuíferos subterráneos de todo el territorio y se ha cotejado, mediante análisis estadístico e inteligencia artificial, con el tipo de bosques que existe de forma histórica en esas zonas (hasta mediados del Holoceno hace unos 6.000 años).

Este mapa es una prueba, por un lado, de la recesión de los bosques y, por otro lado, una herramienta para mejorar la gestión de los recursos destinados a la recuperación medioambiental. Gracias a este trabajo se ha visto que los acuíferos subterráneos son fundamentales para los bosques, por lo que antes de ir al monte a plantar árboles se puede saber qué árboles funcionarán por las condiciones ambientales, por el agua subterránea y por la historia vegetal de la región. Si no fuera posible, sugieren la reforestación con otras especies vegetales con menores necesidades hídricas, como matorrales o hierbas, que además crean suelo sobre el que otras especies vegetales de mayor porte se pueden asentar. Del mismo modo, comentan los autores que acciones de reforestación con las especies vegetales inadecuadas (que requieran demasiada agua) pueden agravar el problema más que solucionarlo en las zonas áridas.