Observación y recolección de plantas
Una buena guía de campo siempre es un excelente medio para ganar experiencia en el campo de la botánica, pero no podemos depender exclusivamente de ellas. Si así procedemos nos limitamos a realizar una actividad pasiva y es muy posible que al final de la jornada hayamos logrado aprender muy poco acerca de las plantas que hemos encontrado e identificado.
En vez de recurrir constantemente a las observaciones hechas por otros, suele ser mucho más gratificante efectuar un registro propio. Es una forma mucho más amena de aprender a conocer las plantas y, si se hace de forma correcta, proporciona una imagen muy completa del habitat y puede servir como referencia para trabajos posteriores.
Un buen cuaderno de campo ha de ser mucho más que una colección de detalles de las estructuras vegetales. Es un documento acerca de un habitat, sus comunidades verdes y los cambios que se van produciendo en ellas; no sólo por lo que respecta al espacio y a la composición, sino también respecto al tiempo y a las interacciones entre los diversos individuos. Es esto lo que hace que la botánica pase de ser una observación interesante pero algo fría a convertirse en una fascinante actividad de exploración personal.
Elección de la zona de estudio.
La dedicación y el esfuerzo necesarios dependen totalmente de lo que estemos dispuestos a emplear. Por una parte, podemos decidir estudiar una zona considerada como reserva o parque nacional para poder encontrar una pradera prácticamente virgen, pero esto es algo que implica trabajar de firme y tomar anotaciones muy precisas durante un año como mínimo. También sería necesario realizar un exhaustivo trabajo fotográfico, observar e identificar detalladamente todas las especies y subespecies, realizar un herbario (colección de flores y hojas) y analizar todos los cambios estacionales y la predación de los animales.
Tampoco habría que olvidarse de tener en cuenta la incidencia de enfermedades, la siega y el abonado que se realiza en zonas limítrofes, etcétera. En otras palabras, necesitaremos dedicar a este proyecto una gran cantidad de energía y consagrarle mucho tiempo libre. Este tipo de trabajos botánicos son muy complejos y exigen una gran perseverancia, pero con ellos también puede conseguirse que una región intacta permanezca así para la posteridad.
Un proyecto menos ambicioso pero no menos apasionante podría consistir en estudiar una zona de campo o bosque próxima, o incluso un descampado en plena zona urbana, para ver cuáles son las plantas que se han establecido, cuáles son endémicas y cuáles han sido introducidas o han llegado por otra vía. También pueden estudiarse los efectos de la contaminación y las diversas adaptaciones de los vegetales a su entorno.
Otra forma de enfocar nuestro estudio es seleccionar un grupo de especies o un tipo de vegetales. Podemos por ejemplo aficionarnos a los musgos o líquenes, omnipresentes, y describir la flora característica de los alrededores de nuestro lugar de residencia.
Es fácil profundizar en el conocimiento de las plantas, y para ello basta con realizar esquemas detallados y escribir anotaciones cortas pero precisas. Con rapidez estos sencillos ejercicios harán que nos familiaricemos con muchos detalles que antes nos habían pasado desapercibidos.