Instinto materno y paterno
Los instintos son conductas que se realizan de forma natural, casi sin pensar. Los más básicos tienen como objetivo conservar la vida del individuo, pero muchas especies alargan la protección del individuo hasta sus propias crías. El instinto de conservación es lo que nos lleva a proteger a la descendencia. Muchos animales cuentan con instintos de cuidado de la descendencia mientras que en otros animales este instinto es inexistente. Las especies que han elegido estrategias evolutivas con pocas crías suelen protegerlas (estrategia de la K), mientras que las especies que tienen más crías,cientos de ellas a la vez (estrategia de la r), suelen carecer del instinto de protección.
Por ejemplo, las crías de mamífero tienen el instinto de mamar y las madres de poner a las crías al alcance de su mama. Ese tipo de conductas realizadas por dos individuos forman parte también de los instintos maternales. A las mujeres humanas se les pone mucha presión sobre sus instintos maternales. Tanto es así que muchas se sienten fallar o carentes de estos instintos. Sin embargo, en la naturaleza y dentro de la misma especie, la intensidad de los instintos puede variar, dando mayor libertad evolutiva a la especie respecto a esa sensación imperiosa de hacer algo que son los instintos. Al haber variabilidad en la intensidad con la que se siguen los instintos y ser esta cualidad hereditaria serán las propias circunstancias de la especie las que determinen la importancia de cada instinto. Es decir, que la intensidad con la que se siguen los instintos puede cambiar con el tiempo evolutivo de la especie. Lo que le funcionó en una época puede no ser útil y perderse en otra, justo como pasa con otros caracteres morfológicos o fisiológicos.
Todas las especies estudiadas de mamíferos cuentan con instintos maternales. El cuidado de las crías es indispensable para la supervivencia de la descendencia y el esfuerzo realizado en la gestación y el parto hacen que merezca la pena, desde el punto evolutivo, la inversión de algo más de tiempo y esfuerzo. Por otra parte, los individuos sin instintos de este tipo dejarán con menos frecuencia descendencia a la siguiente generación, por lo que técnicamente la ausencia de estos instintos debería desaparecer de la especie.
Por el contrario, la intensidad de los instintos maternos es muy variable. A parte de desencadenantes hormonales existe un potente componente social en estos instintos. El apoyo de la comunidad ya sea en lobos, leones, vacas, elefantes, chimpancés o humanos es importante a la hora de cuidar a las crías, más todavía con la familia más cercana y normalmente con las madres y abuelas que ven florecer de nuevo su propio instinto maternal. Además, el haber visto como estas antecesoras realizaban sus propios instintos ayudará a la hembra (sea de la especie que sea) a sentirse más cómoda y segura realizando sus propios instintos.
Entre las hormonas que controlan el instinto materna tal vez la más conocida sea la oxitocina. Esta hormona está relacionada con patrones sociales, sexuales y parentales. Las hembras la secretan durante el parto estimuladas por la distensión del cérvix uterino durante el parto y también por el estímulo de succión durante la lactancia. Pero los machos también cambian sus niveles de oxitocina frente a los bebés (como puede pasar en otras hembras que no hayan parido). Está demostrado que la concentración de la hormona aumenta con el contacto cercano y continuado con recién nacidos, aunque en machos aumenta mucho más poco a poco y en menor cantidad que en las hembras.
El instinto materno/paterno tiene un componente social y otro hormonal. La diversidad en la intensidad del instinto es normal dentro de la misma especie y tiene como objetivo que la especie sobreviva ante diferentes situaciones, como el resto de las características morfológicas o fisiológicas.