Base genética del comportamiento animal
El estudio del comportamiento es complicado. Un comportamiento de un ser vivo está reglado a muchos niveles: existe un componente genético que insta a una especie a mantener un comportamiento concreto, mientras que otros componentes del comportamiento están derivados de su relación con el medio. Dentro de este segundo grupo se engloban las respuestas a las condiciones externas que pueden desencadenar en un momento determinado un comportamiento concreto o modificarlo para adaptarse a las nuevas condiciones. Finalmente, los comportamientos están influidos por la memoria y el aprendizaje, la práctica de un comportamiento puede llevar a un individuo de una especie a alterar ese comportamiento dependiendo de lo que aprenda de otros individuos de su misma especie. ¿qué factor de estos nombrados es más importante? Posiblemente dependiendo de cada comportamiento varía la importancia de cada uno de ellos. Veamos un ejemplo de la importancia de los factores genéticos en el comportamiento animal.
En estudios de laboratorio en los que se realizaba una mutación inducida en el gen fos-B de ratones hembra quedaba inutilizado. Este gen también presente en humanos se ha relacionado con osteosarcomas y se considera un oncogen, puesto que su mutación aumenta las probabilidades de contraer cáncer. Sin embargo, los estudios en ratones revelaron una conducta sorprendente cuando se mutó este gen. Las ratonas con el fos-B no funcional no cuidaban a sus crías. Estas hembras perdían el comportamiento innato en los mamíferos de cuidar a sus crías, no las reconocían, ni las transportaban, ni las amamantaban. Este comportamiento por parte de las hembras no está ocasionado por la disfunción de ningún otro proceso, ni metabólico ni de aprendizaje.
Al observar este comportamiento los investigadores profundizaron en la actividad de este gen. Los estudios revelaron que la expresión de fosB aumenta cuando las madres son expuestas a las crías, para aumentar su respuesta maternal. Además también se vio que existen varios alelos del mismo gen (copias casi idénticas pero con pequeñas diferencias en su secuencia de ADN que hacen que la proteína resultante sea levemente diferente). Estudiando los alelos se comprobó que diferentes alelos daban a las madres diferentes grados de implicación en la maternidad, implicando que algunas variaciones genéticas estaban relacionadas con mayores cuidados parentales y posiblemente con mayor supervivencia de las crías.
Si decimos que el aprendizaje puede modular el comportamiento, también podemos decir que la genética modula la capacidad de aprendizaje en cierto grado. Puesto que al final lo único con lo que empieza cada individuo es su carga genética, y es de lo que parte todo. El gen PQBP-1, denominado de la ansiedad, que se encuentra en ratones y humanos sintetiza para una proteína de unión a poliglutamina. Sin embargo, los ratones en los que se mutaba este gen tardaban más en recorrer un laberinto con agua y hacer pie. Mientras que los ratones en los que este gen se sobreexpresaba tardaban menos y lo recordaban mejor. Aquellos ratones que se estresaban más, los que sobreexpresaban PQBP-1, memorizaban antes el laberinto y lo recorrían en menos tiempo.
Con estos dos sencillos ejemplos de modulación del comportamiento mediante la interferencia genética se puede comprender mejor que la base de todo comportamiento está en gran parte dirigido por los genes.