Bosques urbanos del tamaño de un campo de tenis
Cada vez son más las medidas que el ser humano está adoptando para reducir su impacto en el ecosistema. Más que la amenaza del cambio climático, los efectos que se empiezan a ver han movilizado multitud de propuestas sobre cómo ralentizar al menos la deriva del ecosistema global. En los últimos años hemos visto como aumenta el reciclaje, la energía renovable o incluso los huertos urbanos. Pero también se ha convertido en una práctica frecuente la de colocar comida para pájaros en las ventanas o estructuras de maderas donde diferentes insectos pueden encontrar refugio. Cada una de estas iniciativas perseguía reducir la huella que generamos y ayudar a los seres con los que compartimos el ecosistema a sobrevivir. Las ciudades son un entorno más, no necesariamente hostil, pero es cierto que las posibilidades de encontrar alimento o refugio han disminuido para los animales salvajes.
Una de las más novedosas iniciativas en este aspecto es la creación de verdaderos bosques salvajes de pequeño tamaño en entornos urbanos. Alrededor del mundo se está comprobando como un autentico bosque silvestre puede crecer en unos pocos años. Estos reductos de vida silvestre se crean con especies autóctonas de cada región. Por lo que tiene que haber cierto estudio del ecosistema que se encontraba en esa zona primero para acertar lo más posible con la regeneración. A los pocos años, cuando los árboles empiezan a tener cierta entidad se puede comprobar como otras especies aparecen de forma natural. Las semillas arrastradas por el viento y los animales acaban completando estos pequeños ecosistemas.
Todo empieza con el plantado de árboles en un pequeño terreno. Para asegurarse que se forma un bosque en condiciones naturales se hace un poco de trampa al principio. Los árboles que se plantan son de cierta edad, tal vez de un año o así. Por otro lado se les abona con profusión el suelo para que la mayor cantidad de ellos arrele correctamente . Además, los árboles se plantan con una alta densidad, arboles casi cada metro. Esto hará que el follaje forme rápidamente una cobertura espesa similar a la de los bosques naturales. Los cuidados de estos bosques jóvenes son pocos, puesto que las especies están adaptadas a ese entorno concreto.
Curiosamente para que estos bosques funcionen mejor no han de ser muy visitados por los humanos para dar lugar a todo tipo de especies para que se sientan seguras. Esto genera cierto conflicto con el hecho de que si no es visitado, si no se enseña su importancia, pueden perder el interés por mantenerlos.
A nivel social estos pequeños bosques cumplen varias funciones. Tal vez la primera que venga a la mente sea en realidad la menos útil para el ecosistema. Estos bosques no detendrán el cambio climático, ni retendrán una cantidad de carbono significativa. Aunque algo hacen esa no es su función más importante. Estos bosques principalmente enseñarán a los más jóvenes -a los que hay que implicar en estos proyectos- cómo reforestar sus bosques primitivos, darán una zona de respiro para aquellas especies que todavía queden en las áreas donde se creen y en general generarán conciencia de la necesidad de mantener la vida silvestre en la sociedad que los planta.