¿Pueden los insectos dar una dieta sana y equilibrada?
No han sido pocas las veces las que habrás oído que comer insectos será la dieta del futuro. La verdad es que su consumo incluye múltiples ventajas a nivel económico tanto en la producción, como en la distribución. De hecho, La FAO (La Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura) recomienda su consumo para combatir el hambre y las desigualdades económicas y sociales. También se puede decir que una dieta sana y equilibrada puede recibir buena parte de su cantidad de proteínas diarias del consumo de insectos. Sin embargo, a nivel gastronómico no son especialmente apetecibles en muchos sitios, aunque la gastronomía no es más que una entelequia cultural y puede verse alterada. Por ejemplo, los caracoles son considerados una fuente normal de proteínas en algunas culturas, en otras comer caballo es casi un sacrilegio. Criar perros para su consumo es normal en algunas regiones y en culturas milenarias el marisco o el cerdo son animales prohibidos. Finalmente, los insectos forman parte de la dieta de varias culturas alrededor del mundo que tradicionalmente no tenían un acceso a la proteína animal tan grande.
Puestos en perspectiva es hora de contarte que hay alrededor de 1.700 especies de insectos que se consideran de consumo humano. Curiosamente Méjico cuenta con unas 600 de ellas (algo más de un tercio). Esto convierte al país americano en un lugar ideal para la investigación y el desarrollo de nuevas formas de alimentar a la especie humana. De hecho, las Naciones Unidas ven la producción de insectos comestibles como una fuente de desarrollo y alimento para países o regiones con economías emergentes. La crisis climática, con la desertización, las estaciones más rigurosas, etc. es un desafío cada vez mayor para mantener la producción de carne animal. Frente a esto, los insectos crecen rápidamente y con unas condiciones mucho menos rigurosas que una vaca o un cerdo (proporcionalmente en peso). Otro de los aspectos en los que los insectos ganan es en la producción de gases de efecto invernadero, puesto que no producen apenas, frente al 10-15% de todos los gases de efecto invernadero que produce la ganadería.
A nivel nutricional, 100 gramos de insectos puede llegar a aportar 67 gramos de proteínas, mientras que la carne de conejo (la más proteica) aporta tan solo 33 gramos por cada 100 gramos de carne. También si lo comparamos con otros alimentos como el maíz, el trigo o el pollo vemos como los insectos siguen por delante en valores nutricionales.
Con tantas especies comestibles es importante destacar que hay algunas (el gusano de maguey) ricas en grasas, como el ácido oleico, otras con cantidades especialmente interesantes de vitaminas B, C y A típicamente bajas en las dietas tropicales. Las termitas son ricas en fósforo, los grillos domésticos y los chapulines en hierro y zinc, y las moscas en calcio. Una vez más, lo importante es tener una dieta sana y variada para obtener cantidades apropiadas de todos los grupos nutricionales ya sea a base de una dieta basada en los vegetales, una en la que se incluya la carne o bien una dieta consumiendo insectos.