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Restauración de paisajes

Publicado por Victoria González

El paisaje es la percepción plurisensorial de un sistema de relaciones ecológicas. Implica a los cinco sentidos, y esta percepción es fundamental a la hora de restaurar el paisaje. Lo podemos dividir en dos elementos: el fenosistema es un conjunto de caracteres emergentes que surgen de otros que no percibimos y que están teniendo lugar (el criptosistema). En definitiva, lo que percibimos es lo que se ha denominado fenosistema, y el sistema de relaciones ecológicas que subyace al mismo es el criptosistema. El fenosistema nos permite hacer diagnósticos e interpretar lo que está sucediendo.

El paisaje se puede dividir en unidades llamadas células, que se encuentran en un entorno que se llama matriz. Tipos de células de paisaje:

– Células permanentes: el desarrollo de las comunidades que viven en ellas viene determinado por características edáficas muy locales.

– Células alteradas: generadas como consecuencia de una perturbación.

– Células remanentes o persistentes: toda la matriz fue alterada como consecuencia de una perturbación.

– Células restauradas: se parecen, al menos inicialmente, a las alteradas, y después se van pareciendo a las remanentes.

La forma y el tamaño de las células son indicadores del paisaje. Si son de gran tamaño, tendrán más superficie, y hay menos probabilidad de que haya barreras que separen regiones, es decir, habrá menos efecto borde. Con la forma pasa lo mismo: si es más lobulada, habrá más superficie afectada por el efecto frontera. El grado de lobulación de una célula llevado al extremo podría dar lugar a una banda: estas células son corredores: por ejemplo un río, o una talud de carreteras.

El observador también es un elemento fundamental, ya que sin observador no hay paisaje. Hay elementos que polarizan la percepción del observador:

– Símbolos: son los objetos del paisaje, desde la vegetación y las montañas hasta el agua o las actividades humanas.

– Patrones: cualidades generales del paisaje.

Además, a la hora de percibir el paisaje se da una estructura de preferencias: hay actitudes que comparten un determinado número de individuos y que son diferentes entre ellas. Se identifican dos tipos de actitudes:

– Dionisiaca o adaptativa: especial atracción por lo que sugiere lo natural y misterioso.

– Prometeica o de control: especial atracción por los ambientes humanizados, predecibles, afables y productivos.

Esto, muchas veces, da lugar a problemas de entendimiento a la hora de restaurar un paisaje, ya que cada grupo tiene su propia idea de lo que se quiere conseguir con esta restauración.

A la hora de restaurar paisajes muy perturbados se encuentran las siguientes limitaciones:

– Poca diversidad de especies.

– Presencia de invasoras.

– Condiciones pobres de sustrato.

– Falta de ecosistemas de referencia apropiados.