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Curiosidades de los peces de agua dulce

Publicado por Ramón Contreras

La vida se originó en el planeta Tierra bajo el agua. Una gran parte de la diversidad del planeta se encuentra de hecho todavía ahí abajo. Sin embargo, la mayoría del agua del planeta es salada. Tan solo el 2,5% del agua del planeta Tierra es agua dulce. El otro 97,5% se encuentra distribuida entre mares y océanos y es por lo tanto agua salada. Con estos datos cabría esperar que la vida en el agua salada fuera más diversa que en agua dulce, por una simple cuestión de espacio y probabilidad. No obstante, en el caso de los peces no es así. Alrededor del 40% de las especies de peces que se han descrito viven en agua dulce (41,24% de hecho). A estos hay que añadir un porcentaje de especies que pasan parte de su vida en agua salada y otra parte en agua dulce como el salmón, la trucha o la anguila.

Además, es interesante destacar que los peces de agua dulce presentan una gran variedad de formas y tamaños, desde pequeños peces de colores hasta grandes depredadores. Esta diversidad es el resultado de millones de años de evolución y adaptación a diferentes hábitats de agua dulce, como ríos, lagos, estanques y arroyos. Algunas especies de peces de agua dulce, como el pez gato, son capaces de sobrevivir en condiciones extremas de temperatura y calidad del agua, lo que demuestra su increíble capacidad de adaptación.

Esto puede darnos una idea de hacia donde parece indicar la evolución que es más sencillo vivir. Por otro lado estos datos juegan con una trampa evolutiva. Una vez que una especie se hace de agua dulce conquista el curso de un río o lago y después quedará aislado del resto de poblaciones cercanas, puesto que salvo contadas excepciones no pueden saltar de un río o lago a otro. Esa es en parte la razón de que cerca del 50% de las especies de peces sean de agua dulce. La separación de las poblaciones ha favorecido un proceso de especialización y especiación.

Pero no todo es fácil en el agua dulce. Los seres que se adaptan a este tipo de aguas requieren adaptaciones fisiológicas importantes. El cambio de agua salada a agua dulce requiere por ejemplo que las agallas tengan un mayor control sobre el intercambio de sales. En el agua marina, rica en sales, la presión osmótica exterior es alta y por lo tanto las branquias pueden intercambiar gases y compuestos sin miedo a quedarse sin sales como potasio, cloro o sodio, indispensables para el funcionamiento de los transportadores de membrana. En cambio, en el agua dulce el medio está mucho más diluido de la concentración que necesita la vida para funcionar. Por eso, las branquias necesitan adaptarse para poder retener solutos en su interior y seguir realizando el intercambio gaseoso.

Además, los peces de agua dulce también han desarrollado una serie de comportamientos únicos para sobrevivir en su entorno. Por ejemplo, algunas especies son capaces de saltar fuera del agua para atrapar insectos, mientras que otras han desarrollado estrategias de camuflaje para evitar a los depredadores. También hay peces de agua dulce que son capaces de respirar aire, lo que les permite sobrevivir en aguas con bajo contenido de oxígeno.

Por otro lado, el constante contacto con el agua dulce produce en la piel de los peces un efecto similar. A diferencia de otros animales más modernos evolutivamente como los reptiles o los mamíferos, los peces y los anfibios no cuentan con un sistema de aislamiento dérmico eficaz. Si un pez de agua dulce pierde un número considerable de escamas morirá, puesto que su cuerpo perderá solutos por la piel en contacto con el agua. Como debe ser evidente los peces de agua dulce también han mejorado el sistema renal. Este órgano encargado de mantener la concentración salina adecuada dentro del torrente sanguíneo mejora su fisiología y bioquímica para poder adaptar a los peces marinos al agua dulce.

Para acabar hay que comentar que la fauna acuática de agua dulce se enfrenta a varios problemas en su conservación. Por un lado la construcción de presas y alteraciones de los lechos naturales provoca la separación de las poblaciones y muchas veces impide la migración de los peces para completar su ciclo reproductivo. Por otro lado la introducción de especies exóticas (cualquiera que no estuviera históricamente en el río) es uno de los mayores problemas en la actualidad. Los nuevos visitantes suelen desequilibrar un sistema biológico que ha funcionado durante miles de años, normalmente causando grandes destrozos ecológicos. Además, la contaminación del agua dulce por productos químicos y desechos humanos también representa una gran amenaza para los peces de agua dulce.