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¿Qué dicen las gráficas del coronavirus?

Publicado por Ramón Contreras

A diario estamos viendo como en los medios de comunicación y diferentes grupos políticos, de opinión o de intereses esgrimen unos datos para transmitir su mensaje sobre la pandemia del coronavirus. Muchas veces ocurre que unos hablan del número de nuevos contagios para decir una cosa y los otros dicen todo lo contrario basándose en el número de fallecidos, por ejemplo. ¿Pueden estar los dos en posesión de la verdad y al mismo tiempo tener perspectivas tan diferentes sobre la realidad? La verdad es que cada dato tomado por sí solo nos cuenta una parte de la verdad. Luego es labor del divulgador aunar toda la información para transmitir una idea veraz y sincera de lo que está pasando. En este aspecto muchas veces se tienden a omitir o enfatizar algunos aspectos para apoyar ciertos discursos. Pero bueno, veamos juntos qué nos cuenta cada dato y qué quiere decir en su contexto. Durante la pandemia de coronavirus se está trabajando con estos datos preferentemente:

1. Número de contagios (o nuevos contagios).

2. Número de fallecidos y recuperados.

El número de contagios es fácil de entender que son todas las personas que han dado positivo en un test de coronavirus o han sido diagnosticados por otras vías como portadores del virus. El otro día alguien me comentaba que el número de contagios no deja de aumentar. Con la gráfica en la mano me demostraba así que la pandemia no está lejos de acabar. Cada día hay nuevos contagios. Para empezar hay que tener en cuenta que ese dato “contagiados por coronavirus” siempre aumentará. Puesto que la gente que ha dado positivo no puede dejar de haber dado positivo. Una gráfica más interesante es el número de nuevos infectados por día. Este dato nos dará una idea de la velocidad a la que se está esparciendo la enfermedad o lo que es lo mismo la efectividad que están teniendo las medidas de control poblacional que se están aplicando. Lo ideal es que el número de infectados por día vaya bajando a medida que se tenga controlada la dispersión del virus.

En segundo lugar si queremos hablar de la incidencia que tiene la enfermedad en la población lo normal es emplear el número de fallecidos por 100.000 habitantes (es la medida que se utiliza en medicina con todo tipo de enfermedades). Relativizar el número de fallecidos a la población es importante si queremos ver las cosas con la perspectiva adecuada. No será lo mismo que se mueran 50 individuos de una población de un millón que de una población de solo 100. EE. UU. Tiene uno de los números de muertos más elevados del mundo. Sin embargo, esto es lógico puesto que tiene una población muy numerosa. En contraposición Bélgica es uno de los países con más muertes por cien mil habitantes debido precisamente a su pequeña población.

Finalmente, el número de fallecidos/ recuperados por día nos servirá para estudiar la eficacia que está teniendo el sistema en hacer frente a la pandemia. Este dato es tal vez uno de los más peliagudos que tratar, puesto que se ve influenciado por la edad, las enfermedades preexistentes o los hábitos sociales de una población. Es evidente que una población en la que haya una gran proporción de mayores de 74 años se verá más afectada por los fallecimientos causados por el coronavirus. Sin embargo, si estas personas mayores viven aisladas y apenas están en contacto con otras personas (viven solas en casa y no suelen salir ni recibir visitas, por ejemplo) los resultados pueden verse alterados. Por eso el número de fallecidos es uno de los controvertidos con el que tratar.

Igualmente el número de recuperados puede dar una idea del funcionamiento del sistema sanitario, siempre que nos ajustemos a poblaciones similares (en edad, ocupación, etc.). Es por eso que las comparaciones entre países o comunidades con realidades muy distintas puede ser poco realista. Sin duda habrá que llegar a un consenso conjunto para decidir qué datos se emplean para hablar de cada tema, porque gráfica solo hay una, interpretaciones aventuradas muchas.

Cuando veamos una gráfica hay que saber que nos puede decir y que no