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Mascarillas FFP2, quirúrgicas y de tela contra el COVID-19

Publicado por Ramón Contreras

Muchos países han empezado a legislar sobre el uso y el correcto uso de las mascarillas faciales para protegerse contra la transmisión del virus del SARS-CoV-2 causante de la pandemia de COVID-19. La proliferación de todo tipo de mascarillas por parte de grandes marcas y pequeños fabricantes ha hecho saltar las alarmas en ciertos sectores sanitarios que intentan explicar a la población que las mascarillas FFP2 o las quirúrgicas no son solo una tela puesta encima de la boca para impedir la respiración. Y es que tras las mascarillas hay en realidad una gran tecnología. Seguro que todo el mundo ha oído hablar de la eficacia de protección que tienen unas y otras contra la transmisión de las microgotas que todo el mundo produce al respirar.

Un punto en el que hay que reflexionar y tal vez intentar concienciar a la población es la importancia de las mascarillas. Una FFP2 tiene un 92% de eficacia de filtración de partículas en suspensión durante 72 horas, a partir de entonces su porcentaje va disminuyendo. Las quirúrgicas tienen un porcentaje de filtración bacteriana, que ronda en el mejor de los casos (las tipo II) en el 98%, y además tienen una vida media de tan solo 4 horas. Las higiénicas o de tela tienen entre un 90 y un 95% de filtración bacteriana pero deben lavarse y tienen un número máximo de lavados posibles antes de perder su eficacia Después hay mascarillas de tela sin ningún tipo de filtración que se hacen con básicamente cualquier tela. Pero en las que realmente funcionan ¿Porqué pierden su eficacia? ¿A que se debe que la pierdan?

Las mascarillas están hechas de una trama muy fina que impide el paso de cualquier cosa que sea mayor de 0,3 micras en el caso de las FFP2. Este entramado está especialmente diseñado, es un producto de la tecnología moderna, esun filtro de laboratorio aplicado a gran escala. En comparación las quirúrgicas impiden el paso de cosas de 3 micras. Es por eso que se dice que las segundas tienen menos eficiencia, al dejar pasar elementos de un tamaño mayor la posibilidad de que las microgotas en las que se encuentra en virus, que rondan la 0,2 micras, atraviesen sin problema la mascarilla. Las de tala normales tienen una trama de tejido mucho menos densa en general y es que aunque a simple vista parece que la tela es suficiente para detener el paso del virus, la verdad es que las mascarillas de tela tienen un paso de varios micras de tamaño.

Siempre se puede hacer el experimento de ver con que velocidad deja pasar el agua cada tipo de mascarilla. Aquellas que dejen pasar el agua más deprisa tendrán una trama menos y por lo tanto serán menos eficientes para capturar las microgotas con el virus. Si una mascarilla de tela deja pasar el agua casi al instante imagina qué pasará con el aire que respiras y que es el que lleva el virus.

Esto es un hecho que se sabe desde antes de la pandemia, las razones que han llevado a que se permita el uso de mascarillas de una trama menor que la FFP2 son una cuestión de posibilidades y eficiencia de retención. Sin embargo, a medida que aumentan los contagios no ha quedado más remedio a las autoridades competentes que recomendar el uso exclusivo de las mascarillas FFP2 para interiores o las quirúrgicas para exteriores. Llegando a prohibir y penalizar el uso de mascarillas que no crean la protección adecuada pero dan la falsa impresión de protección.