Clasificación biológica: Las Clases
Desde que el ser humano ha observado la naturaleza ha intentado ordenarla y clasificarla. En biología todos los seres vivos se distribuyen en grupos que comparten características comunes. Para ello se ha creado la taxonomía, que estudia las similitudes entre seres vivos con el fin de clasificarlos. La taxonomía permite agrupar a los seres vivos en conjuntos cada vez más similares, desde los Dominios a las especies.
Por ejemplo todos los seres vivos pertenecientes al Dominio Eukaria comparten características, de la que la presencia de un núcleo es la más importante. En artículos anteriores hemos comentado los Dominios en los que se clasifican los seres vivos (puedes leer el artículo aquí) y los Filos o Divisiones, los taxones en los que se dividen los Dominios, puedes leer sobre Filos y Divisiones en su propio artículo aquí.
Los Filos y Divisiones se dividen a su vez en Clases. En ocasiones los filos se dividen en Subfilos o superclases si las características evolutivas de varias clases permite agruparlas. Sin embargo los taxones intermedios resultan muchas veces controvertidos. Cada Clase taxonómica se divide a su vez en Subclases o infraclases, aunque tradicionalmente el taxón inferior a las Clases son los Órdenes.
La nomenclatura de las Clases en la botánica sistemática requiere que los nombres de las clases se terminen con el sufijo “-opsida” en plantas como en la Clase Magnoliopsida. Para las clases de algas las convenciones taxonómicas aconsejan el sufijo “-phyceae”, como las algas rojas de la clase Florideophyceae. Finalmente, “-mycetes” es la recomendación para las clases de hongos, como los Agaricomycetes, a la que pertenece Amanita muscaria. En ocasiones establecer el valor taxonómico de Clase resulta complicado en algas o hongos, por lo que muchas veces y bajo la mirada de diferentes autores han sido renombrados grupos de estas categorías como Filos o Órdenes, cambiando el sufijo. Del mismo modo las subclases en la taxonomía vegetal también tienen sufijos específicos que permiten conocer el taxón del que se está hablando, en plantas el sufijo es “–idea”, en algas “–phycidae” y “–mycetidae” en hongos. Por el contrario en la nomenclatura de animales y bacterias no es necesaria la utilización de ningún sufijo concreto.
Los organismos unicelulares han ocasionado muchas disputas puesto que en ocasiones se han clasificado dentro de los reinos “vegetales” y otras en los “animales” debido a sus características compartidas con ambos grupos, lo que ha llevado a sucesivos cambios de nomenclatura.
Así como los Dominios y los Filos son agrupaciones que se basan en características muy generales las clases ya dividen a los grupos de seres vivos en una clasificación discreta debida a unas características diferenciadoras importantes. Tal vez el ejemplo que mejor muestra la idoneidad de las Clases es el Filo Chordata, los cordados, donde encontramos que todos los mamíferos forman una única Clase Mammalia, y de igual manera anfibios forma la clase Amphibia, los reptiles la clase Reptilia y las Aves la Clase Aves. En botánica la clasificación en clases también hace aparecer los grandes rasgos de los grupos, la Clase Magnoliopsida corresponde a lo que comúnmente llamamos dicotiledóneas. Por otra parte las monocotiledóneas se clasifican en la Clase Liliopsida.