La malaria o paludismo
La malaria es una enfermedad humana causada por la infección de una de las 4 especies de eucariotas del género Plasmodium siendo la infección más grave la causada por la especie P. falciparum. Puedes leer más sobre otra de las especies causante P. vivax en su artículo aquí. Esta enfermedad es endémica de las zonas tropicales, donde los mosquitos del género Anopheles funcionan como vector de estos seres unicelulares y extienden el contagio de la enfermedad entre la población humana, aunque también y primeramente fue descrita en otros homínidos.
En la región tropical de África es donde se concentran la mayor parte de los casos (alrededor del 80%) y se calcula que causa un millón de muertes al año, sobre todo entre los menores de 5 años.
Síntomas: como muchas infecciones el paludismo cursa con fiebre alta, dolores de cabeza, escalofríos y vómitos que aparece tras los 7-15 días tras la inoculación. A consecuencia del ciclo de vida del parásito es frecuente que aparezca la anemia. Como los síntomas son bastante genéricos es importante realizar un buen diagnóstico, en las primeras 24 horas a ser posible, sobre todo en las regiones de riesgo o los viajeros. P. falciparum causa un 10% de muertes en personas no inmunes, mientras que las otras 3 especies P. vivax, P. malariae y P. ovale tienen una letalidad mucho más reducida, aunque sí es importante en la población inmunodeprimida y los niños menores de 5 años.se las conoce como fiebres terciarias y cuartanasa el paludismo causado por P. vivax y P. malarie, respectivamente.
Diagnóstico: el diagnóstico prematuro de la enfermedad evita en muchas ocasiones la fatalidad. Además el aislamiento de los pacientes infectados reduce en gran medida la transmisión de la enfermedad. La infección se diagnostica normalmente por frotis de sangre para ver la presencia del patógeno en los glóbulos rojos. La única manera de diferenciar la especie concreta del parásito es mediante los síntomas más graves. También se puede confirmar la presencia de patógenos por técnicas de inmunofluorescencia, con antígenos contra proteínas del parásito o por amplificación de la PCR (para ambos métodos se necesitan materiales previos en el laboratorio, por lo que suelen estar solo disponibles en las áreas donde el paludismo es más frecuente).
Tratamiento y profilaxis: a pesar de que existen tratamientos con antibióticos (se está desarrollando una vacuna contra el paludismo) se ha comprobado que la mejor manera de combatir la enfermedad es evitando su infección. Para ello se están llevando campañas de concienciación sobre el uso de mosquiteras e insecticidas, así como de potabilización de zonas pantanosas. Puedes leer más sobre el tema en el artículo que dedicamos al plan de acción de la Organización Mundial de la Salud para el periodo 2016 a 2030 aquí. El uso de medicamentos preventivos (quimioprofilaxis) solo está recomendado para personas con alto riesgo de contraer la enfermedad y tampoco impiden al 100% la infección. En caso de infección confirmada por P. falciparum se recomienda el uso de artemisina, puesto que parece haber desarrollado resistencia a fármacos que se usaban en los últimos 40 años.