Inmunidad de rebaño y campaña de vacunación
La inmunidad de grupo o de rebaño es una de las máximas que más han sonado desde el inicio de la pandemia causada por el SARs-CoV-2. Ese punto de inflexión en el cual hay tanta población que es inmune a la enfermedad que el resto de la población, no inmune, se ve protegida porque es muy poco probable que se encuentre con otra persona no inmunizada. De esta manera se han llegado a cabo estrategias de aislamiento y de vacunación en todos los países del mundo.
Para conseguir esta inmunidad la población ha de ser inmune en su mayoría, esto quiere decir que en el caso del coronavirus la mayoría de la población ha de estar vacunada. Cuanta mayor es la proporción de la población vacunada mayor es la protección de los individuos que no están vacunados, porque en ese escenario a probabilidad de que una persona no vacunada se encuentre con un enfermo es muy baja. Por lo tanto, la inmunidad de rebaño no es en sí misma ningún tipo de inmunidad real contra la enfermedad, es más una cuestión de probabilidades. Para que tenga efecto la gran mayoría de la población tiene que estar vacunada, y estamos hablando de alrededor del 90%.
En la actualidad muchos gobiernos han puesto en el 70% la marca de inmunidad óptima para volver a la vida normal, ese punto en el que podrán levantarse las restricciones que llevamos años teniendo. Pero, ¿porqué el 70%? Bueno, se calcula que a partir de ese punto empieza a disminuir la probabilidad de que se extienda el contagio. Sin embargo, tal y como está funcionando la campaña de vacunación en todas partes está claro que no van por ahí los tiros.
Todos los países están vacunando en primer lugar a los mayores y personal de riesgo, aquellos puestos de trabajo en los que es más probable que se contagie uno. En ese escenario lo que se pretende es primer minimizar las muertes, las hospitalizaciones y los casos más graves (lo que se consigue vacunando a la población con más riesgo, los mayores) y por el otro lado se pretende proteger al personal esencial para mantener los hospitales funcionando para que los enfermos de otro grupos de edad puedan ser atendidos.
Tras estos grupos en los que todos los países han estado de acuerdo en dar preferencia hay ciertas discrepancias. Algunos países han optado por vacunar a su personal militar, clave en situaciones estratégicas o de emergencia. Otros han preferido ampliar los rangos de edad a partir de la cual se administra la dosis y finalmente se ha empezado a vacunar a personal clave en otros sectores, como es ahora a los docentes de las escuelas.
En cualquier caso todas estas estrategias de vacunación tienen como objetivo proteger sectores clave de la población y no alcanzar la inmunidad de rebaño. Esto está claro desde el momento en que se seleccionan rangos determinados de la población para vacunar. Por ejemplo, los jóvenes menores de 16 años serán de los últimos en vacunarse, pero si uno enferma se encontrará en un ambiente con casi un 0% de vacunados, por lo que la enfermedad podría extenderse más rápidamente en ese conjunto. Por suerte los datos parecen indicar que los jóvenes son un colectivo muy robusto y que con poca probabilidad tendrán problemas debido a la enfermedad COVID-19.
Puedes leer más sobre la inmunidad de rebaño en nuestro artículo aquí (próximamente).