COVID-19, ¿basta el 70% de la población vacunada para la inmunidad de rebaño?
Ya hemos hablado antes que el 70% de la población vacunada contra la COVID-19 era un gran avance. Sin duda el esfuerzo realizado y la hazaña titánica de llegar a ese número es una proeza en sí misma digna de elogio y que permitirá a la población soltar un poco el aire que lleva más de un año conteniendo. Sin embargo, también hemos comentado que el 70% de la población vacunada, la cacareada “inmunidad de rebaño” no será tal. Desde aquí no nos cansaremos de decir que el 70% de la población vacunada deja expuestos a un 30% de la población. Aunque esto parezca obvio dicho así parece que no se comenta lo suficiente en los pasillos de política. Si cualquier país perdiera el 30% de su población sería una debacle. Además, no olvidemos quién queda en ese 30% niños y jóvenes, que no han sido prioritarios y toda esa gente que por razones médicas no puede tomar este tipo de profilácticos. De la población que pudiendo prevenir una enfermedad sin cura y potencialmente letal prefiere no vacunarse que está dentro de ese 30% prefiero no hablar.
En cualquier caso, el 30% de la población es mucha población. Sobre todo si son grupos con alta interacción social como los jóvenes, o los antivacunas (ya está, ya lo he dicho). Recordemos que la idea detrás de la inmunidad de rebaño es impedir que el virus se extienda por el mero hecho de que un infectado no entre en contacto con otro. Pero si de cada 10 personas que te encuentras 3 no están vacunadas el virus seguirá circulando. Esto, a parte de la demostración matemática, se ha podido ver en países con altas tasas de contagio y la gran mayoría de la población vacunada. En cualquier caso, tal vez, y digo solo tal vez, en el caso específico de la COVID-19 hubiera podido detenerse con tan solo el 70% vacunados.
La cepa alfa, es decir, la primera que se registró y de la que surgen todas las demás, tenía una tasa de contagio relativamente baja. Aunque los número bailan un poco podemos decir que su ritmo de reproducción (R0) era algo más propensa al contagio que la gripe, unas 5 veces. Se calculó que cada infectado podía infectar a 2 personas antes de caer enfermo. Esto ya es una tasa considerable -seguramente has cogido una gripe que te haya pasado alguien de tu entorno cercano sin necesidad de un contacto muy estrecho-. Pero la cepa delta, la afamada y proclamada como la más peligrosa de todas, tiene precisamente unas 4 veces más tasa de contagio que la alfa. En la actualidad se considera que cada infectado puede llegar a contagiar a unos 8-9 contactos. Si tenemos esto en cuenta y vemos que el 70% de la población está vacunada, vemos que estadísticamente siempre circulará el virus.
¿Cómo se ha llegado a este punto? El ritmo de reproducción de cada virus se relaciona con su capacidad de infección y se codifica en diversos genes del virus que aceleran su reproducción, su entrada en las células o la cantidad necesaria para empezar a causar problemas.
Cuando se realizaron los primeros cálculos y se le otorgaba al SARS-CoV-2 una R0=2 faltaban mucha información. En pocos meses la tasa se duplicó, parte del cierre mundial vino a raíz de la obtención de este nuevo dato. En cualquier caso, las oleadas siguientes fueron aumentando la R0 del virus, debido a los nuevos conocimientos ya las propias mutaciones del virus. En cualquier caso y aunque una proporción del 70% de vacunados era un mínimo muy paupérrimo al que aferrarse era algo. Sin embargo, con los nuevos datos no cabe duda de que el efecto de inmunidad de rebaño no puede alcanzarse con tan solo el 70% de la población. Por suerte, muchos países no piensan parar ahí sino que intentarán aumentar el número lo más que puedan.