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Una «nueva» bacteria rescatada del frío tras 120.000 años

Publicado por Ramón Contreras

Las formas de resistencia son muy comunes en la naturaleza. Las semillas, las esporas o formas deshidratadas son típicas estrategias para evitar épocas desfavorables. Sin embargo, se plantea continuamente cuanto tiempo puede resistir un ser vivo en estas formas inactivas. El ADN tiene que mantener cierta protección para evitar reaccionar con moléculas externas y las estructuras tienen que mantenerse durante largos periodos de tiempo para volver a funcionar al volver a la actividad. Uno de los casos más conocidos son las esporas que se encontraban en la tumba de Tutankamon y supusieron la llamada “maldición del Faraón” miles de años después de ser sepultadas.

La ciencia intenta cada vez que tiene oportunidad resucitar a estos seres, como granos de trigo de antiguos yacimientos humanos y cosas así. Otras veces rescata del permafrost células de mamut e intenta replicarlas. Sin duda siempre será más fácil resucitar a una bacteria que a un mamut, pero los intentos con organismos sencillos pueden darnos pistas de lo que hay que hacer para que esto funcione en organismos más complejos.

Recientemente científicos de la Universidad de Pennsylvania consiguieron resucitar a una bacteria que había permanecido bajo el hielo de Groenlandia desde hacia 120 mil años. La portentosa bacteria adaptada a esas terribles condiciones ha sido recién descubierta y se ha propuesto el nombre de Herminiimonas glacei para ella. Este organismo había sufrido un daño mínimo debido a la cristalización de su citoplasma. Esta especie es altamente resistente a condiciones de baja temperatura y baja concentración de oxígeno. Es capaz de usar metabolitos muy sencillos apra obtener energía y materia. Su metabolismo se ha adaptado excepcionalmente a unas condiciones muy alejadas de las ideales par la vida en la tierra. El estudio de este organismo demuestra que estas bacterias han permanecido vivas dentro del hielo, en una especie de hibernación metabólica en la que todo estaba ralentizado. Las bacterias encerradas en el hielo hacían lo justo y estrictamente necesario para sobrevivir. De hecho, su tamaño era minúsculo, unas 20 veces más pequeña que la bacteria E. coli Tras años subiendo poco a poco la temperatura de crecimiento de esta bacteria finalmente la pusieron a 18ºC. Aunque permaneció durante años a condiciones bajo cero y casi 3 años de laboratorio por debajo de los 5ºC cuando alcanzó la temperatura cálida empezó a crecer y crecer recuperando el metabolismo típico de una bacteria.

La ciencia considera que tan solo conocemos el 1% de las bacterias que existen, pero si empezamos a encontrar nuevas especies bajo el hielo es posible que tengamos que replantearnos esta minúscula cantidad.Este organismo abre una nueva vía o casi una esperanza de encontrar vida en otros planetas. Si aquí una especie ha podido sobrevivir a estas terribles condiciones es posible que en otros planetas con condiciones tan extremas, como podría ser Venus, los hielos de Marte o de la luna Europa de Júpiter, si hubo vida alguna vez podría haberse conservado en el hielo creciendo, esperando a que las condiciones volvieran a ser favorables para resurgir del frío.