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Las micorrizas y su importancia en los ecosistemas

Publicado por Victoria González

Una micorriza es una asociación de simbiosis entre un hongo y la raíz de una planta, de forma que cada uno obtiene un beneficio de otro. Se piensa que el 90 por ciento de las plantas vasculares tienen micorrizas en sus raíces y se conocen más de 5.000 especies de hongos micorrízicos, incluyendo representantes de todos los principales grupos de hongos.

Los hongos obtienen de la planta moléculas de azúcar que estas sintetizan en la fotosíntesis y, a cambio, ellos absorben minerales, agua y nutrientes del suelo, pasando algunos de ellos a la raíz de la planta. Muchos de estos nutrientes, como el fósforo y el nitrógeno, son esenciales para el correcto crecimiento del vegetal.

Existen diversos tipos de micorrizas. Las arbusculares o endomicorrizas están formadas por hongos microscópicos. Las hifas del hongo son capaces de penetrar dentro de la célula de la raíz. Este tipo de micorriza es el más abundante, y se estima que cerca del 80 por ciento de las plantas vasculares presentan este tipo de asociación, sobre todo en especies arbustivas y herbáceas. Muchas plantas de las familias de las gramíneas y las leguminosas presentan este tipo de asociaciones. En el lugar donde se da el intercambio de nutrientes se forman unas estructuras llamadas arbúsculos, aunque a simple vista no se observan cambios aparentes.

Por otro lado, en las ectomicorrizas el micelio del hongo está fuera de las células. En este caso los hongos suelen ser ascomicetos y basidiomicetos, y se observan cambios estructurales aparentes. Por ejemplo, los boletos y los níscalos forman un entramado que conecta la seta con la raíz del pino. Se trata de asociaciones muy específicas.

Las micorrizas cumplen funciones muy importantes en el ecosistema:

– Mejoran la absorción de nutrientes en el suelo: pueden usar formas orgánicas e inorgánicas de nitrógeno y fósforo, pueden aprovechar el amonio y los nitratos, y acceden a fuentes de fósforo no disponibles para las plantas.

-Aumentan la absorción de agua

-Protegen a la raíz frente a parásitos

-Interaccionan con otros microorganismos

Como consecuencia, se produce una mejora en el crecimiento y en la nutrición vegetal. Las plantas que no tienen micorrizas son más débiles y pequeñas que aquellas que presentan estas asociaciones. Además, se piensa que las micorrizas tuvieron mucho que ver en el proceso por el que las plantas colonizaron la tierra hace más de 400 millones de años. Se cree que una relación similar entre un hongo y un alga verde pudo haber ayudado a esta a sobrevivir fuera del entorno acuático.

Las micorrizas tienen por tanto un papel esencial en la restauración de ecosistemas degradados y es necesario tenerlas en cuenta cuando se cultivan plantas en vivero para reforestaciones. Existen distintos tipos de inóculos de ectomicorrizas para aplicar a las plantas:

Inóculos rizosféricos: el suelo de monte se mezcla con el sustrato de cultivo y se pone en las bandejas forestales. El problema es que no se puede hacer con muchas plantas, y por otro lado el suelo puede portar hongos patógenos que proliferen al encontrarse en las buenas condiciones del invernadero.

Inóculo esporal: se bate la zona de las setas que porta las esporas, se mezcla y se añade con la regadera. El problema es que la mezcla se degrada.

Inóculo miceliar: se coge un trozo de seta y se pone a crecer en un medio de cultivo estéril de forma que solo crezca el hongo. Esta mezcla se puede guardar en la nevera y añadir en cualquier momento a las bandejas de cultivo.

Algunos estudios en plantaciones experimentales han demostrado que la supervivencia de las plántulas micorrizadas era mucho mayor una vez llevadas al campo que en aquellas que no tenían micorrizas.