Hongos patógenos para combatir la enfermedad de Panamá del plátano o banana
Las plagas azotan las cosechas desde siempre. Cuando tenemos cultivos grandes de una misma planta y sobretodo cuando todas esas plantas vienen de un único progenitor (por ejemplo las que se reproducen por métodos asexuales) es muy fácil que una enfermedad afecte a grandes grupos de individuos. La agricultura ha potenciado que las plantas pierdan diversidad genética, porque queremos que todas las frutas y verduras tengan unas características concretas. Queremos que los tomates sean más grandes y más rojos, que las manzanas sean dulces o que las lechugas den muchas hojas. Esta falta de diversidad permite obtener productos de calidad de forma constante, pero es perjudicial cuando una enfermedad afecta a un individuo, puesto que puede afectar a todos.
Ya hemos hablado de la enfermedad de Panamá aquí (próximamente). En ese artículo hablábamos de que una de las estrategias que se están desarrollando para frenar la plaga de Fusarium es que hacer que compita con otras especies de hongos. En la actualidad se habla con esperanzas de varias especies del género Trichoderma. Este género cuenta con más de 370 especies y muchas de ellas ya se sabe que resultan beneficiosas para los cultivos. Ayudan a mejorar las condiciones del suelo y la absorción de nutrientes por parte de las plantas. T. asperellum y T. harzianum son las dos especie más estudiadas del género para mejorar cultivos, tanto su producción como su salud. La lista de plantas en las que se ha demostrado el beneficio de la interacción con estos hongos es muy larga, pero está encabezada por arroz, trigo y maíz, los principales alimentos de la humanidad. El banano es la cuarta planta más importante en la alimentación mundial y se espera que el uso de este hongo pueda salvarlo de la enfermedad de Panamá.
Las ventajas de los hongos del grupo Trichoderma frente al uso de pesticidas son varias, entre las que destacamos que no contamina los suelos y las aguas o que su uso es más barato. T. harzianum, por ejemplo, está presente en gran parte de los suelos y parasita a un gran número de especies vegetales. T. harzianum fue aislada en una variedad de plátano denominada “plátano manzano” que resiste a la infección por Fusarium muy bien, se cree que gracias a su relación con este hongo. Sin embargo, también se ha visto que es una de las especies de hongos que más ataca a otros hongos y si bien técnicamente hablando estaría parasitando a la planta, también estaría parasitando al hongo. Como en el intestino o en la piel de los animales hay ciertas condiciones que harán que un hongo (u otro tipo de parásito, invasor, colonizador) no pueda establecerse. Si T. harzianum ha colonizado ya las raíces de una planta será muy difícil que otro hongo “nuevo en el barrio” sea capaz de encontrar un hueco para parasitar a la planta. Trichoderma además tiene la ventaja de ser un hongo de crecimiento rápido, por lo que puede competir fácilmente frente a otros invasores.
En agricultura ya se están empezando a usar para proteger cultivos frente a otras infecciones con éxito y se están generando cepas especialmente diseñadas para tal fin. Mediante ingeniería genética se están consiguiendo cepas del hongo que conserven su capacidad para proteger a las plantas pero que son estables genéticamente. Por un lado esto favorece la eficacia de protección pero disminuye la capacidad de adaptación y evolución del hongo frente a posibles evoluciones de los otros parásitos.