Personas que se parecen pero no son familia comparten el mismo ADN
Todos conocemos a alguien que se parece a un famoso, o a dos personas que sin estar emparentadas tienen unos rasgos faciales similares. Históricamente, existe gente que se ha ganado la vida debido a su parecido con monarcas, presidentes, estrellas del rock o casi cualquier famoso. Otro de los grandes pasatiempos de internet es reconocer a famosos actores actuales en fotos antiguas, dado su parecido con gente anónima de la otras épocas. Los dobles, como se les llama a estas personas, pueden sacar provecho de su contrapartida famosa, bien apareciendo en anuncios, series y películas o bien suplantando al original en determinadas situaciones. Un estudio reciente ha revelado que su parecido físico no es lo único que comparten y es que para tener un físico parecido hay que tener una genética parecida. Efectivamente, un estudio llevado a cabo con gente que posee rasgos parecidos, pero que no están emparentados, ha demostrado que ambas personas poseen unos alelos idénticos para algunos genes.
La genética juega un papel fundamental en la determinación de nuestro aspecto físico. Los alelos, que son variantes de un mismo gen, contribuyen significativamente a nuestras características distintivas. Aunque normalmente pensamos que solo los familiares comparten alelos, individuos no relacionados pueden tener alelos similares debido a la variedad en la expresión genética. Este fenómeno explica por qué personas sin relación familiar pueden parecerse tanto entre sí.

Sylvester Stallone y el Papa Gregorio IX. Uno de esos parecidos históricos que todos hemos visto alguna vez
Esto no debería sorprender a nadie. Si pensamos bien, todos sabemos que las personas emparentadas se parecen entre sí y que esto es fruto de la genética, puesto que comparten variantes, o alelos, idénticos de genes concretos. Que los familiares se parecen es algo que sabemos desde antiguo y gracias a los trabajos de Mendel, sabemos que esto es debido a la herencia del material genético. Gregor Mendel, a través de sus experimentos con plantas de guisante, estableció las bases de la genética moderna. Sus descubrimientos sobre cómo los rasgos se transmiten de una generación a la siguiente revelaron patrones de herencia que aún aplicamos hoy. Estos principios explican no solo por qué las familias se asemejan, sino también por qué personas sin parentesco pueden compartir propiedades genéticas.
Los gemelos, que comparten el 100% del genoma, son casi idénticos y solo con el tiempo y la vida van diferenciándose un poco. Mientras que dos hermanos, aunque se parezcan ya son claramente diferentes, y comparten solo el 50% del genoma. Lo curioso de este descubrimiento es que demuestra que un rostro está determinado, en su mayor parte, por una conjunción de variantes genéticas concretas y que esta combinación puede darse más de una vez. La contrapartida de esto es que no somos tan únicos como pensábamos. Y es que aunque no compartamos ni el 100, ni el 50% de los genes con alguien puede darse la casualidad de que sí compartimos justamente la mayoría de los genes que marcan nuestros rasgos faciales con otra persona genéticamente alejada de nosotros.
Ejemplos reales de esta similitud genética incluyen casos documentados como el de la actriz Margot Robbie y la cantante Jaime Pressly, quienes comparten un sorprendente parecido físico sin estar emparentadas. Este fenómeno resalta la posibilidad de que varias personas compartan una combinación similar de alelos que definen sus rasgos faciales, emulando una relación de parentesco.
Las semejanzas tan notables que se han hallado entre las 32 parejas que se han sometido al análisis se han relacionado con el ADN, mientras que la explicación para las pequeñas diferencias que evidentemente distingue a cada uno parecen relacionarse más con las marcas epigenéticas que se van adquiriendo con la edad, del mismo modo que los gemelos se van diferenciando a pesar de poseer el mismo genoma.
El estudio sobre estos “falsos gemelos” publicado recientemente en Cell Reports, parte de un equipo de investigación español que trabaja en cáncer. Existen variantes de genes que se relacionan con una alta probabilidad de desarrollar un cáncer. Cuando a una persona se le detecta una variante de este tipo, se suele informar a la familia para que se hagan pruebas en busca de la misma variante. Este tipo de estudios pueden ayudar a la clínica forense a descubrir y anticipar enfermedades (como el cáncer) y plantear seguimientos o soluciones basándose en la similitud genética sin que haya relación de parentesco cercana.
Estas similitudes genéticas entre individuos no relacionados también presentan retos y oportunidades para la ciencia forense. La capacidad de identificar adecuadamente a individuos a partir de su ADN puede complicarse cuando personas no relacionadas comparten rasgos genéticos significativos. Sin embargo, esta información genética enriquecida puede ser utilizada para mejorar la precisión en la identificación de personas en contextos forenses.