Biología
Inicio Fisiología Animal, Genética La estrategia de los elefantes contra el cáncer

La estrategia de los elefantes contra el cáncer

Publicado por Ramón Contreras

El cáncer, o los tumores, surgen cuando un gen que regula la división celular por algún motivo empieza a funcionar mal. Un tumor es una proliferación celular anormal. Para que ocurra alguno de los genes que controlan la correcta división de las células tiene que desbaratarse. Diferentes especies tienen un control más o menos exhaustivo de como se diferencian las células del cuerpo. Para algunos que sus células tengan la posibilidad de “innovar” es importante, mientras que otras especies han optado por permanecer inmutables con el tiempo. Ambas elecciones son respetables y han tenido éxito evolutivamente. Sin embargo, a nivel de individuo a lo mejor conviene no innovar tanto e intentar permanecer sano. Hay algunas especies especialmente adaptadas a controlar la proliferación celular, como las ballenas. Un caso del que hablamos hace poco fue el de los tiburones, un grupo de seres vivos que llevan en la Tierra desde hace millones de años, casi sin inmutarse.

Los elefantes no solo son importantes como icono de la sabana

Hoy vamos a hablar de otro grupo de seres vivos conocidos por su longevidad y su memoria. Pero otro dato no tan conocido es que también son una especie con especialmente pocos casos de tumores, nos referimos a los elefantes. Las especies de elefantes tienen una tasa de mortalidad por cáncer inferior al 5%, mientras que en humanos se sitúan en torno al 25%, dependiendo de muchos factores.

Este fenómeno se conoce como la paradoja de Peto, que sugiere que las especies más grandes como los elefantes, a pesar de tener más células, no tienen necesariamente una mayor incidencia de cáncer que las especies más pequeñas. Esta observación desafía la lógica intuitiva y subraya la existencia de poderosos mecanismos evolutivos que estas criaturas han desarrollado para combatir el cáncer. Esto se alinea con el hecho de que los elefantes poseen múltiples copias del gen p53, evidenciando cómo estos mecanismos pueden ser determinantes para su salud celular.

El estudio del genoma del elefante ha revelado que donde nosotros tenemos una copia del gen que codifica para la proteína p53, los elefantes tienen 20 copias funcionales. Esta proteína denominada muchas veces como la “controladora del genoma” es la encargada de reparar posibles daños en el ADN, como roturas o errores de lectura y copia. Evidentemente, los científicos asociaron la baja tasa de cáncer en los elefantes con el número tan elevado de p53. Pero es que además, cuando analizaron las copias de forma individual vieron que todas son ligeramente diferentes. Esto da un extra de robustez a su actuación. Mientras que en humanos tenemos solo una copia y una versión que actuará cuando reconozca una serie de daños, en elefantes no solo tiene mucha más proteína vigilando el ADN (20 veces más). En elefantes las 20 copias del gen son diferentes. El estudio realizado por K. Karakostis ha mostrado que existen al menos 40 variantes del gen p53, y cada elefante tendrá una combinación de 20 de ellos. Así, estas proteínas pueden atajar diferentes tipos de daños en el ADN, con esto aumenta enormemente (mucho más de 20 veces) la capacidad de proteger el ADN de cambios no deseados.

Cada variante de la proteína p53 en los elefantes parece estar adaptada para detectar y responder a diferentes tipos de daño en el ADN. La diversidad de estas variantes no solo aumenta la capacidad de reparar el ADN, sino que también podría ofrecer una respuesta diferencial a diversos estresores ambientales. Estudios recientes han identificado variaciones específicas en los elefantes que podrían contribuir a su asombrosa capacidad de detener la proliferación de células dañadas antes de que se conviertan en cancerosas, brindando así una protección integral contra la enfermedad.

La proteína p53 solo actúa en presencia de daño celular. Normalmente, está inactivada por MDM2, otra proteína reguladora. En elefantes, algunas isoformas han mostrado que escapan al control de MDM2 y que detienen con mucha más frecuencia la división celular para activar la reparación de ADN. Saltándose el control férreo de MDM2 la p53 es capaz de encontrar más fallos y, por lo tanto, evitar la aparición de tumores.

Además de la p53, los elefantes también poseen otros mecanismos que contribuyen a su baja incidencia de cáncer. Por ejemplo, se ha descubierto que tienen copias adicionales de otros genes relacionados con la reparación del ADN y la apoptosis, el proceso de muerte celular programada. Estos genes adicionales proporcionan una capa extra de seguridad, asegurando que las células dañadas sean reparadas o eliminadas antes de que puedan convertirse en cancerosas.

Además de los elefantes, hay otros animales que también presentan resistencias impresionantes al cáncer. Por ejemplo, las ratas topo desnudas tienen una alta concentración de ácido hialurónico que parece inhibir la formación de tumores. Las ballenas bowhead tienen genes relacionados con la reparación del ADN y el mantenimiento de la estabilidad genética. Estudiar estas especies puede aportar un panorama más completo sobre cómo la naturaleza ha resuelto el problema del cáncer de diversas maneras.

Otro factor interesante es el comportamiento social de los elefantes. Viven en grupos familiares muy unidos y tienen una estructura social compleja que podría influir en su salud general. El estrés crónico es un factor conocido que puede contribuir al desarrollo del cáncer en humanos, y los elefantes, al vivir en un entorno social estable y con fuertes lazos familiares, podrían experimentar menos estrés crónico, lo que a su vez podría contribuir a su baja tasa de cáncer.

Los elefantes son conocidos por su meticulosa rutina de baños de barro, que no solo les ayuda a protegerse contra parásitos y enfermedades, sino que también podría reducir el estrés, un factor que se sabe contribuye al desarrollo del cáncer. Al mantener un ambiente limpio y sano mediante estas prácticas, los elefantes pueden estar protegiendo su salud de formas que aún estamos empezando a comprender.

La dieta de los elefantes también podría jugar un papel en su resistencia al cáncer. Son herbívoros y consumen una gran cantidad de plantas que contienen compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Estos compuestos pueden ayudar a proteger sus células del daño y reducir la inflamación, ambos factores que pueden contribuir a la formación de tumores.

La investigación sobre los elefantes y su resistencia al cáncer no solo es fascinante desde un punto de vista biológico, sino que también tiene implicaciones prácticas para la medicina humana. Al entender mejor cómo los elefantes han evolucionado para resistir el cáncer, los científicos pueden desarrollar nuevas estrategias para prevenir y tratar la enfermedad en humanos. Por ejemplo, los estudios sobre las variantes de p53 en elefantes podrían llevar al desarrollo de terapias génicas que aumenten la capacidad de reparación del ADN en pacientes humanos.

Como concluyen en el estudio, esta es una razón más para proteger a los elefantes. Más allá de su labor en los ecosistemas, su inteligencia o su importancia en la cultura mundial, estudiar las p53 de elefantes podría abrir puertas nuevas a controlar la aparición de tumores en humanos y hacer avanzar la ciencia médica.