Sístema ambulacral
Los equinodermos son un grupo de animales invertebrados marinos. Entre ellos encontramos las estrellas de mar, los erizos de mar o los pepinos de mar. Todos ellos son animales con simetría radial. Sus larvas presentan simetría bilateral, pero durante la metamorfosis a adulto ésta se altera para convertirse en simetría radial, lo que da la forma peculiar de las estrellas de mar. Puedes leer más en el artículo que le dedicamos a los equinodermos aquí. En este artículo nos centraremos en el sistema ambulacral, un órgano exclusivo de los equinodermos con funciones muy diversas, desde la excreción hasta el movimiento.
Qué es: el sistema ambulacral es un conjunto de tubos y cámaras que recorren el interior del equinodermo y desemboca en el exterior en miles de pies ambulacrales. En el interior de estos tubos encontramos líquido en composición muy similar al agua de mar. El sistema ambulacral coge agua de mar por el madreporidio, una abertura al exterior en la parte superior de la estrella de mar. A través del canal petreo el agua de mar que entra por el madreporidio va hasta el canal anular, un anillo que rodea la boca del equinodermo y se conecta con las ramificaciones del sistema ambulacral que recorren los brazos de la estrella de mar. Dentro del sistema ambulacral el agua es enriquecida con iones potasio y proteínas, así como se pueden encontrar células con función fagocitaria, denominadas celomitos.
Además, el sistema ambulacral juega un papel crucial en la regulación del equilibrio interno del equinodermo. El líquido que se encuentra dentro de este sistema tiene una composición iónica muy similar a la del agua de mar, lo que permite a estos animales mantener un equilibrio osmótico con su entorno. Este equilibrio es esencial para la supervivencia de los equinodermos, ya que cualquier cambio en la salinidad del agua puede causar un desequilibrio osmótico que resultaría en la muerte del animal.
El aparato ambulacral en la circulación: los equinodermos carecen de un sistema circulatorio complejo, o de un órgano capaz de bombear la sangre. Ésta circula gracias al movimiento muscular. Las sustancias de desecho pasan al sistema ambulacral por intercambio de líquido entre ambos sistemas. Luego, serán excretadas al exterior a través del madreporidio o de los pies ambulacrales. A través del líquido interno del sistema ambulacral el equinodermo también intercambia gases con el sistema sanguíneo. Los equinodermos no cuentan con un sistema de regulación osmótica, por lo que solo pueden vivir en hábitats donde la salinidad sea similar a la concentración interior del sistema ambulacral.
Alimentación: el canal anular que se encuentra rodeando la boca es contráctil, al igual que todo el sistema ambulacral. Gracias a ello el equinodermo es capaz de ejercer una gran fuerza con su boca. Tanta que le permite romper el caparazón de algunos moluscos. Los equinodermos también utilizan sus pies ambulacrales para capturar y manipular el alimento. En algunos casos, incluso pueden extender su estómago fuera de su cuerpo para envolver y digerir su presa.
Desplazamiento: Excepto algunas especies sésiles, pertenecientes al grupo de los crinoideos, los equinodermos se desplazan reptando o nadando. Para ello utilizan sus brazos y los podios (pies ambulacrales) diminutos que tienen en ellos. Estos podios son pequeñas protuberancias exteriores del sistema ambulacral. En los pies ambulacrales de muchas estrellas de mar encontramos ventosas que permiten a los individuos trepar por paredes verticales, para ello también aprovechan los cambios de presión de sus podios.
El movimiento se logra gracias a las diferencias de presión hídrica de los conductos del sistema ambulacral. Estas variaciones se deben a la contracción o relajación de las vesículas del sistema ambulacral.
Percepción: los pies ambulacrales son muy sensibles a las variaciones de presión, puesto que deben obtener la información sobre el entorno para el equinodermo. Además, algunos equinodermos, como las estrellas de mar, tienen ojos simples en la punta de cada uno de sus brazos, que les permiten detectar luz y sombras, lo que les ayuda a orientarse y encontrar alimento.