¿Se puede vivir sin tirarse flatulencias?
Seguro que alguna vez te has preguntado a dónde van las flatulencias que no te tiras. Este tema, que es escatológico y divertido a partes iguales, también tiene su interés biológico. Todos los animales expulsan gases como subproducto de la digestión. Además de las heces, durante la digestión en el intestino grueso se producen pequeñas acumulaciones de gases derivadas del metabolismo fermentador de las bacterias que nos ayudan a digerir la comida, al que hay que sumar la posibilidad de que traguemos gases al comer e incluso la formación de dióxido de carbono derivado de la mezcla en el estómago de ácidos y bases. Los gases se forman en pequeñas concentraciones que van uniéndose para formar burbujas dentro del intestino. El gas producido por las bacterias o el que se produce durante la digestión estomacal se separan del bolo alimentario por el movimiento de los intestinos y la misma gravedad. Normalmente, forman pequeñas burbujas de gas que viajan con el bolo alimentario y serán liberadas con él.
Para que nos hagamos una idea de la magnitud a la que puede llegar a ser importante el tema, la cantidad de metano que emana de la digestión de la ganadería bovina se ha empezado a tener en cuanta a la hora de contar los gases de efecto invernadero que se producen derivados de la actividad humana, a la altura casi del humo de los coches. Puedes leer más sobre el tema en el artículo que le dedicamos a unas vacas transgénicas diseñadas para emitir menos metano aquí (próximamente).
Además, es interesante destacar que la composición de los gases intestinales varía en función de la dieta y del tipo de bacterias presentes en el intestino. Los gases más comunes son el nitrógeno, el oxígeno, el dióxido de carbono, el hidrógeno y el metano. Algunas personas pueden producir cantidades significativas de hidrógeno y metano, mientras que otras no. Esto se debe a las diferencias en la flora intestinal.
En cuanto a la dieta, los alimentos ricos en fibra suelen producir más gases porque la fibra es fermentada por las bacterias intestinales. Algunos alimentos como las legumbres, los vegetales crucíferos y las bebidas carbonatadas pueden aumentar la producción de gases. Por otro lado, una dieta baja en fibra puede reducir la cantidad de gases, pero también puede tener otros efectos negativos en la salud, como el estreñimiento.
Pues bien, estudios publicados hace poco, en 2018, demostraron que si se retienen los gases en el intestino grueso y no son liberados a través del ano pasan varias cosas. En primer lugar, está la incomodidad evidente de los gases corriendo por las tripas. Aunque no pudieron relacionar esta situación con ninguna enfermedad intestinal, sí que sugerían en estudios diversos que la retención tenía un efecto negativo sobre la salud. Por otro lado, el gas que vuelve al intestino grueso puede ser absorbido y pasar a la circulación sanguínea. Para que se absorba ha de pasar cierto tiempo, mucho más del que deseamos tener los retortijones de un gas que no va hacia donde toca. Pero eventualmente será absorbido. Las pequeñas burbujas microscópicas de gas en la sangre viajarán hacia los pulmones donde serán liberadas en la exhalación. Aunque también pueden salir simplemente mediante la transpiración disueltos los gases en las gotas de sudor. En cualquiera de los dos casos el gas es liberado del cuerpo sin flatulencia alguna.
Finalmente, los estudios realizados, es maravilloso que se hayan estudiado estas cosas para zanjar disputas domésticas, demuestran que hombres y mujeres generan una cantidad similar de gas en promedio, aunque las variaciones de un individuo a otro pueden variar enormemente, siendo las variaciones de alrededor de un litro de gas. Las bacterias que producen gases son fundamentales para aprovechar toda la energía de la comida, por lo que no se ha de intentar eliminarlas para tener menos gases. Para hacer eso puedes tener una comida sana y equilibrada y realizar ejercicio físico que ayudará al movimiento intestinal y a la absorción.