La hormona de los tests de embarazo: gonadotropina coriónica (hGC)
Un embarazo siempre debería ser motivo de alegría. Los métodos anticonceptivos y abortivos preventivos deberían hacer que solo las personas que quisieran quedarse embarazadas experimenten este tipo de eventos. Es una escena recurrente en las películas, la mujer haciendo una prueba de embarazo. Es una prueba de orina que se recomienda hacerse con la primera micción de la mañana para que esté más concentrada, aunque los resultados podrían verse durante todo el día. La prueba mide la concentración de la hormona hCG (gonadotropina coriónica) en orina. Su concentración aumenta a partir del tercer día de la pérdida del periodo menstrual durante los primeros meses de embarazo (las primeras 10 semanas). Así, durante los primeros días la concentración será baja, y por eso se recomienda que sea por la mañana, mientras que cuanto más tiempo hace del embarazo menos será la necesidad de concentrar la orina. La concentración de esta hormona aumenta unas 14 veces durante los 3 primeros meses del embarazo y luego baja a niveles casi basales. Además, a mayor concentración mayor será la fiabilidad de la prueba. Se ha elegido la hGC como marcador bioquímico porque se expresa principalmente por la placenta (que estimula su formación) y el tejido embrionario (que ayuda a desarrollar) de forma temprana.
Como todas las hormonas, esta hormona tiene un bajo peso molecular (37 KDa) y unos 244 aminoácidos. Está formada por un residuo de glucosa y dos cadenas peptídicas denominadas alfa y beta. La subunidad proteica alfa es idéntica a otras hormonas, como la luteinizante LH, o la foliculoestimulante, ambas relacionadas con el embarazo y con el desarrollo del feto. Por su parte, la subunidad beta es exclusiva de la hGC.
La hGC va provocando diferentes cambios en el cuerpo de la mujer. Durante los primeros días promueve el cuerpo lúteo (el folículo maduro) y hace que este a su vez genere progesterona (otra enzima típica del embarazo). De tal manera que el útero se llena de vasos sanguíneos que servirán para alimentar el feto cuando se desarrolle. Además, se especula con una función adicional de la hGC en esta etapa del embarazo. Debido a su alta carga negativa, podría repeler a los leucocitos del sistema inmune de la madre, protegiendo al feto en estas etapas primarias. Aunque hay otras hipótesis relacionadas con la hGc y el sistema inmune, al que parece inhibir, el mecanismo subyacente todavía permanece poco estudiado.
Sus niveles se elevan durante los primeros 3 meses, justamente el tiempo en el que el cuerpo lúteo es necesario. Durante el resto del embarazo, sus niveles bajan considerablemente, posiblemente porque ya ha cumplido sus funciones principales y queda para mantener la formación de vasos sanguíneos en la madre durante el embarazo y la protección contra el sistema inmune. A partir de la tercera semana tras la última menstruación (en los primeros días de embarazo) los niveles que estaban por debajo de 5 UI (unidades internacionales)/mL. En la primera semana de embarazo, la tercera tras la última menstruación, su concentración aumentará hasta los 50 UI/mL, para finales de la cuarta semana estará en 420 UI/mL y en la semana 40 puede alcanzar los 117.000 UI/mL. Estos niveles son orientativos y no es necesario alcanzar esas cantidades exactas en cada semana, pero si debe verse una progresión notable en su concentración durante el embarazo.