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Los museos de historia natural presentan su plan contra el cambio climático

Publicado por Ramón Contreras

Los museos de historia natural más importantes del mundo se unen en una petición histórica para pedir fondos para digitalizar la gran cantidad de material que almacenan, pero que no pueden exponer por falta de espacio o logística. Este material ha sido recopilado durante decenas de años, algunos tienen más de 300 años y se han expuesto muy pocas veces. La falta de recursos materiales y de personal ha llevado a que tan solo el 16% de los mil millones de objetos que están en estos museos hayan sido digitalizados y, por lo tanto, la mayoría de ellos permanecen en el desconocimiento para el gran público. Pero no solo para el público general, los investigadores muchas veces tampoco son conscientes de las colecciones de otras regiones del mundo, por lo que la labor investigadora se vuelve más lenta, puesto que han de recopilar datos que ya han sido recopilados.

Las colecciones de insectos son un ejemplo clásico del material de los museos de historia natural

Una carta publicada por la prestigiosa revista Science, firmada por más de 70 representantes de los museos y herbarios más importantes del mundo, urge al análisis de estos datos y a conseguir poner estos a disposición de todo el mundo. La información contenida en los museos de historia natural podría ser de interés para entender mejor el cambio climático, hacer frente a la crisis actual o incluso ayudar a la conservación de la biodiversidad o a la mejora genética de cultivos, gracias a la ingente cantidad de variedades de plantas que están guardadas pero apenas catalogadas.

La misión de los museos de ciencias naturales es acercar el conocimiento científico a la sociedad, para ello se basan en exposiciones permanentes y temporales sobre los saberes más básicos y los avances más modernos. En la cabeza de muchos, seguro que aparecen como algo que se visita de pequeño, con el colegio o los padres normalmente, y al que luego no se vuelve nunca. Los museos de historia natural han de ser una ventana siempre abierta al conocimiento y a la curiosidad de jóvenes y adultos.

Pero también tiene por objetivo ser una base de conocimiento para el estudio y la investigación. Los firmantes de la carta encuentran dos problemas principales: el primero es la falta de recursos para estudiar las enormes bases de objeto que se han ido creando y el segundo es la centralización del conocimiento. Los museos de historia natural más importantes se encuentran en Norteamérica y Europa, la digitalización de las colecciones permitiría a gente de otras regiones acceder a ese conocimiento sin necesidad de desplazarse hasta allí. En este aspecto los firmantes se lamentan de los incendios recientes de los museos de Río de Janeiro y Nueva Delhi o la pérdida del herbario nacional de Ucrania debido a la guerra.

En su trabajo proponen una serie de pautas para encaminar el siglo XXII. Entre ellas hablan de crear una red global de conocimiento y de implicar a las comunidades locales y regionales para integrar su conocimiento. Además, son conscientes del declive en popularidad de estas instituciones que hace que cada vez tengan menos presupuesto y más trabajo. Finalmente, dicen que para 2100 las colecciones deberían ser globales y las decisiones sobre su uso también (en una especie de Naciones Unidas de museos del mundo). Con esto se pretende que el conocimiento de los museos de historia natural no solo no se pierda sino que se siga enriqueciendo durante todo este siglo para ayudar a la humanidad a afrontar los problemas presentes y futuros.