Factores naturales del cambio climático externos al planeta Tierra
Durante este 2017 todas las semanas han aparecido noticias relacionadas con el cambio climático. Sin embargo, una encuesta realizada en Europa indica que el 50% de la población cree que las alarmas que están saltando sobre el cambio climático son exageradas o que realmente el ser humano no es el causante del cambio climático actual. Esto resulta sorprendente cuando se contrasta con todos los estudios realizados por científicos desde la década de 1980, y mediante los cuales en 2007 (cuando se presentó un informe detallado ante las Naciones Unidas recogiendo la información de más de 20 años de análisis) se determinó sin lugar a dudas que el ser humano es el causante del cambio climático actual.
Es cierto que han ocurrido cambios climáticos en la tierra con anterioridad y que forman parte del ciclo natural del planeta. De hecho, ha sido el estudio de estos cambios climáticos anteriores lo que ha llevado a los científicos a poder demostrar que el cambio climático actual no forma parte de los cambios naturales del planeta y que por lo tanto está causado por el hombre.
Cuando hablamos de cambio climático a nivel mundial hay que tener en cuenta dos tipos de factores que los desencadenan. Por un lado se encuentran los factores externos (los que provienen del espacio) de los que hablaremos a continuación y por el otro los internos (que se encuentran en el propio planeta) de los que hablamos en este artículo de aquí .
El Sol es el principal factores externo que influye en el clima del planeta. Aunque la estrella está en una fase estable existen variaciones pequeñas que explicarían por ejemplo la mini edad de hielo ocurrida en la edad media debida a una época de bajas manchas solares (el conocido como mínimo de Maunder). Por otra parte la luminosidad del sol va en aumento siendo ahora un 30% mayor que cuando se originó la vida (hace 3800 millones de años). La cantidad de energía que llega a la tierra no solo influye en la temperatura, sino que indirectamente interviene en los fenómenos atmosféricos, como tornados, huracanes y similares entre los que ha que incluir el Niño y la Niña.
Las radiaciones solares interaccionan con las capas altas de la atmósfera, produciendo cambios químicos en las moléculas, como en la capa de ozono que precisamente protege la vida de estas radiaciones. Un aumento de las radiaciones equivale a un aumento de conversión química de elementos de la atmósfera que pueden llegar a cambiar los porcentajes de cada gas del aire, produciendo un efecto invernadero, por ejemplo.
Aunque no lo parezca, la distancia de la tierra al sol varia con el tiempo, de tal manera que se acerca y se aleja de forma cíclica provocando una mayor insolación en determinadas épocas (más allá del verano y el invierno), que conocemos como espacio interglaciar. El sol tiene unos ciclos de actividad de 11 años, cuyo máximo de radiación emitida es debido a las manchas solares.
La Luna por otra parte tiene importancia en cambios a corto plazo en el clima de la tierra, como las mareas, pero su efecto no está relacionado con las variaciones climáticas que ocurren en la tierra.
Otros cuerpos celestes pueden ser de importancia como meteoritos que si bien son extremadamente raros el estudio de la historia natural del planeta ha demostrado que el impacto de un meteorito puede alterar la composición de la atmosfera o la tectónica de placas de un modo significativo, como se especula que ha pasado ya en Méjico y la India hace 65 millones de años y que provocó el cambio que fue decisivo para la extinción de los dinosaurios.