La estrategia competitiva de las plantas
Según Grime (1977) las plantas poseen diferentes estrategias que se encuadran básicamente en 3 grandes tipos: competitiva, ruderal y tolerante al estrés. Aquí hablaremos de la estrategia competitiva, definiendo competencia como «la tendencia de las plantas vecinas a utilizar el mismo cuanto de luz, ion de un nutriente mineral, molécula de agua o volumen de espacio».
Variación en la capacidad competitiva de una especie vegetal
La variación en la capacidad competitiva puede surgir porque los entornos difieren en la medida en que permiten que se realice el potencial competitivo de una especie. La naturaleza de la competencia en sí misma puede variar fundamentalmente de una situación de campo a otra, de modo que, en relación con otras especies, una especie o genotipo particular puede ser un competidor fuerte en un sitio pero un competidor débil en otro.
Cuando se descuentan los efectos no competitivos, se observa que la competencia se produce con respecto a varios recursos diferentes, incluida la luz, el agua, diversos nutrientes minerales y el espacio. Por lo tanto, se podría suponer que la capacidad de competir por un recurso dado varía independientemente de la capacidad de competir por cada uno de los demás, y que cambie según su disponibilidad. Las habilidades para competir por la luz, el agua, los nutrientes minerales y el espacio son interdependientes en la medida en que la selección natural ha provocado su desarrollo en un grado comparable en cualquier genotipo particular.
La competencia en entornos improductivos pone de manifiesto la necesidad de determinar si las plantas que ocurren naturalmente en hábitats secos, con mucha sombra o deficientes en minerales pueden competir mejor por recursos específicos con bajos niveles de suministro que las plantas de hábitats productivos.
Esencialmente, aunque la competencia, especialmente la de los nutrientes y de agua, no se limita a los hábitats productivos, su importancia en los hábitats improductivos es pequeña en relación con el impacto directo sobre las plantas de aquellos factores que causan que el medio ambiente sea infértil. Existe una evidencia adicional de la disminución en la importancia de la competencia en la vegetación improductiva a partir de una amplia gama de estudios comparativos, de los cuales se acumulan pruebas de que, tanto en hierbas como en árboles, características como la tasa de crecimiento potencial rápido y la alta plasticidad fenotípica con respecto a la asignación diferencial de fotoasimilados (ej., el aumento del área foliar en la sombra y el aumento de la relación raíz/tallo bajo el estrés nutricional mineral) se vuelve desventajoso durante el estrés ambiental extremo.
Parece razonable concluir, por lo tanto, que la competencia se ha asociado con la evolución de una estrategia distinta, y que la capacidad competitiva se asocia con atributos genéticos característicos y medibles que, al maximizar la captura de recursos, facilita la ocupación de ambientes perturbados.
Como veremos más adelante, es de gran importancia que no se pueda establecer una distinción amplia entre especies herbáceas y leñosas con respecto a la capacidad competitiva. Las hierbas, arbustos y árboles perennes parecen abarcar una amplia gama de habilidades competitivas.