Gas natural ¿energía verde o el mal menor dentro de los combustibles fósiles?
El gas natural es una de las fuentes de energía más importantes en la actualidad, utilizada tanto para la generación de electricidad como para calefacción y transporte. Se trata de un combustible fósil formado principalmente por metano (CH4) y pequeñas cantidades de otros hidrocarburos como etano, propano y butano. La obtención del gas natural se lleva a cabo a través de la perforación de pozos en yacimientos subterráneos. Una vez extraído, el gas natural se transporta a través de gasoductos o en forma licuada en barcos especiales. En el caso de Europa, una parte importante del gas natural proviene de Rusia, Noruega y Argelia.
Recientemente, en el 2020, la Unión Europea ha considerado al gas natural como una energía verde (al mismo nivel que la eólica, la fotovoltaica o la hidroeléctrica), lo que ha generado controversia entre los expertos. Los principales productores a nivel mundial de gas natural y también los principales proveedores de Europa son EE. UU. y Rusia. Convenientemente poco después de la inclusión del gas natural entre las energías verdes (que no renovables) hubo un incidente con un gasoducto que abastecía a Europa.
La decisión europea de incluirlo entre las energías verdes se debe en parte a que el gas natural emite menos dióxido de carbono (CO2) que otros combustibles fósiles como el carbón o el petróleo al ser quemado. La quema de gas natural produce una cantidad significativamente menor de contaminantes locales en comparación con la gasolina, emitiendo alrededor de un 90% menos de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas finas (PM). Sin embargo, durante su operación, los paneles solares fotovoltaicos no emiten contaminantes locales.
Por otra parte, la combustión de gas natural emite alrededor de 117 libras de dióxido de carbono (CO2) por millón de BTU (British Thermal Units) de energía generada. Mientras que la combustión de gasolina emite aproximadamente 157 libras de CO2 por millón de BTU. En comparación, la generación de electricidad a través de paneles solares fotovoltaicos no produce emisiones directas de CO2 durante su operación.
Además, el proceso de extracción y transporte del gas natural puede generar fugas de metano, un potente gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global. En cuanto a su carácter renovable, el gas natural no se considera una fuente de energía renovable ya que su origen está en la descomposición de materia orgánica durante millones de años. Aunque es una fuente de energía abundante en la actualidad, su extracción y consumo no son sostenibles a largo plazo.
En resumen, el gas natural es una fuente de energía versátil y polémica que desempeña un papel importante en la transición hacia un sistema energético más limpio. Sin embargo, es necesario seguir investigando y desarrollando tecnologías más sostenibles para reducir su impacto ambiental y avanzar hacia un futuro más sostenible. La geopolítica puede dictar leyes sobre las energías para intentar conseguir reducir las emisiones, pero la verdad ecológica es que el gas natural no es una energía que respete el medio ambiente de la misma manera que sí lo hacen las energías sostenibles y renovables. Puedes leer más sobre las energías verdes y su diferencia con las energías sostenibles en el artículo que le dedicamos aquí.