Botánica de jardín
Un césped: ése es un buen lugar para empezar con la afición por la botánica. El césped de algunos jardines está tratado y segado de tal manera que en él únicamente crecen hierbas muy seleccionadas. Sin embargo, la gran mayoría contienen diversas especies vegetales que los jardineros suelen definir como «malas hierbas». Pero ¿qué es una «mala hierba», qué es la hierba y qué es una flor? La verdad es que no hay ninguna diferenciación botánica. Es simplemente una forma de distinguir a aquellas plantas que son deseables o embellecedoras para un jardín de las que no lo son. Por ejemplo, mientras que algunos son capaces de hacer grandes esfuerzos para eliminar a todas las manzanillas (Anthemis) del césped de sus jardines porque las consideran «hier-bajos», otros prefieren tener el césped lleno de manzanilla y la consideran una planta muy deseable. Hace cincuenta años, ningún jardinero que se preciase podía prescindir de la aliaría (Alliaria officinalis). En la actualidad, la gran mayoría la consideran simplemente como «un hierbajo que crece al borde de las carreteras».
El césped
Las especies que crecen en un césped pueden variar según la época del año, y probablemente es sorprendente ver la cantidad que pueden llegar a encontrarse en pleno verano. Los ejemplos más obvios, y que podemos encontrar en todas las zonas templadas de Europa, incluyen la margarita común (Bellis perennis), que florece prácticamente a lo largo de todo el año, y las diversas especies de ranúnculos, como el botón de oro (Ranunculus repens) y el Ranunculus bulbosus. También pueden encontrarse cardos enanos (Carduus acaulis), geranios (Geranium), llantenes (Plantago), diente de león (Taraxacum) y muchas otras especies que crecen en disposición de roseta, con las hojas a ras de suelo y las flores en tallos rectos. Todas ellas son plantas que pueden vivir perfectamente en cualquier pradera, pero que han encontrado un lugar idóneo en el césped de los jardines.
Senderos, bordes y muros
En los márgenes herbáceos podemos encontrar una gran variedad de plantas silvestres, desde las ortigas perennes (Urtica) y los cardos (Carduus) hasta los tártagos (Euphorbia), amapolas (Papaver) y hierba de Santiago (Senecio). La mayoría son especies oportunistas, capaces de colonizar rápidamente los terrenos yermos y recién removidos, que desplazan a las de crecimiento más lento. Todas ellas desarrollan rápidamente un buen sistema de raíces, siendo especialmente tenaces los de las plantas perennes. Las especies anuales son capaces de florecer al cabo de pocos días.
Los senderos de los jardines son un habitat ideal para musgos, hepáticas y pequeñas plantas tales como la Sagina. Las grietas del pavimento suelen ser rápida y densamente colonizadas por plantas propias de las zonas rocosas. Los muros suelen constituir un habitat idóneo para musgos, liqúenes, pequeños heléchos como el Adiantum, algunas plantas con flores, como el sombrerillo (Cotyledon) y la vermicularia (Sedum), así como pequeñas herbáceas. Es importante darse cuenta de que todas estas plantas están capacitadas para soportar la sequía, por lo que sus hojas suelen ser pequeñas, duras o gomosas.
Así pues, en cualquier jardín, por pequeño que sea, puede encontrarse material más que suficiente como para mantener ocupado al botánico aficionado durante mucho tiempo sin que tenga que dar un solo paso fuera de su propia casa.