Conservación de plantas mediante técnicas alternativas al herbario
Materiales secantes.
Otra opción, que suele emplearse con flores delicadas, consiste en tratar el material con algún producto químico desecante. Los resultados así obtenidos no suelen durar tanto como los que se han secado al aire o los que han sido prensados, pero los desecantes suelen conservar los colores de las flores mucho mejor que cualquier otro método.
Lo ideal es emplear polvo de bórax de uso comercial o doméstico. En una caja de plástico hermética se coloca un espesor de bórax de unos 2 cm, a continuación se colocan los especímenes cuidando de que no se toquen entre sí, y se los recubre con otros 2 cm de bórax. Es importante agitar un poco la caja mientras se añade el polvo de bórax para asegurarse de que penetra por todos los intersticios. La caja se sella con cinta adhesiva y se la deja en reposo durante unos tres días o más, en función del material que se esté desecando. Cuando el espécimen esté completamente seco tendrá un aspecto crujiente y quebradizo. Finalizado el proceso, es importante sacudir y cepillar con sumo cuidado la planta para eliminar aquellos restos de bórax que hubiesen podido quedar en hojas y pétalos.
Preservación con glicerina.
El hecho de ser un botánico de campo no le impide estudiar las plantas que más le atraigan por su belleza. Un interesante método para conservar las plantas con un aspecto más real que el secado y el prensado consiste en conservarlas con glicerina. Los resultados que se obtienen son muy atractivos, pero no sirven para el herbario. La glicerina penetra en los tejidos de la planta sustituyendo a sus fluidos naturales y actuando como conservante. Mantiene los tejidos elásticos y blandos de una forma que no se consigue con el prensado y el secado. Los colores tienden a ser más vivos y profundos. La impregnación con glicerina solamente funciona con eficacia en determinados tipos de material vegetal y no es recomendable emplearla con especímenes muy delicados. Sin embargo, es especialmente indicada para zarzas con bayas, flores que conserven su estructura al secarse y para las robustas hojas sésiles de la zarzamora (Rubus), tomillo (Thymus) o las rosas de Navidad (Helleborus), así como para las de prácticamente todos los árboles, tanto de hojas anchas como de hojas aciculares como las coniferas.
Eliminamos aquellas partes del espécimen que estén deterioradas o en mal estado. Si es tallo es robusto o leñoso hay que hacer algunos cortes en los 3 cm por encima del corte y, si es necesario, quitar la corteza en un tramo similar. Tomaremos un recipiente estrecho y lo llenamos hasta una altura de 10 cm con una mezcla de un tercio de glicerina pura y dos tercios de agua caliente. Cuando se enfríe, introduzca los ejemplares y déjelos durante un período que podrá ser de una a seis semanas, según su tamaño y el grosor de sus hojas.
Las técnicas aquí descritas requieren materiales especializados y una inversión económica superior al tradicional herbario, que, si se confecciona con el debido orden y sistemáticamente es más que suficiente para el aficionado a las plantas.
No debemos desdeñar la aportación de los aficionados a la ciencia pues a menudo han sido aportados materiales realmente valiosos. Eso sí, es imprescindible que los materiales vegetales se hayan secado en las mejores condiciones y el que las anotaciones básicias sobre localización de los ejemplares estén correctamente realizadas.