El tejo
Se conocen comúnmente como tejos a todos aquellos arboles pertenecientes a una de las siete familias del género Taxus.
Las plantas del género Taxus pertenecen a la Familia Taxaceae, del Orden Cupressales o Pinidae, según el autor. Todos los tejos, por lo tanto, son gimnospermas y coníferas, uno de los tipos de árboles más antiguos del planeta.
Distribución: son característicos de las zonas frías o de montaña en zonas frescas y húmedas, preferentemente en suelos calizos. Su distribución comprende toda Europa, parte de Asia y el Norte de África. Lo más frecuente es ver individuos aislados y pocas veces se ven varios juntos, se suelen enraizar en laderas escarpadas de difícil acceso en la cara ombría de las montañas.
Descripción: los tejos son árboles muy antiguos que pueden llegar a vivir hasta más de un milenio. Durante todo este tiempo pueden llegar a medir hasta 20 metros. Como otras especies del orden Cupressales suelen las ramas crecen de forma horizontal dándoles un porte piramidal.
Características: sus hojas miden unos 2 cm de largo por 2 mm de ancho. Son perennes (duran unos 8 años en la rama), alargadas con nerviación central. Los árboles pueden ser masculinos o femeninos. En los masculinos se observa unos pequeños conos en las axilas de las hojas. Los femeninos florecen a finales de invierno y principios de primavera. Su madera es excepcionalmente dura y elástica. Su tronco de un color grisáceo se llena de ramas desde abajo hasta la copa que suele alcanzar grandes alturas, aunque su crecimiento es lento.
Usos Humanos: el tejo debido a las características de su madera ha sido siempre muy apreciado para la elaboración de objetos. Por ejemplo, durante la Edad Media los tejos fueron empleados por los ingleses para la fabricación de sus temidos arcos largos, conocidos como longbows, de unos dos metros. Su fruto, el arilo, es muy tóxico debido a sus altos contenidos del alcaloide taxina, que puede causar serios problemas al sistema nervioso. Por otra parte, en la actualidad se usa un compuesto sintetizado por la corteza de los tejos debido a sus propiedades antitumorales, este compuesto es el taxol, que tiene como objetivo la tubulina del citoesqueleto (para saber más sobre el citoesqueleto puedes ver nuestro artículo aquí). Debido a este taxol sequitó la corteza a muchos tejos, circunstancia que mata al árbol. Esto ocurrió hasta llegar a un punto crítico, puesto que se necesitaba una gran cantidad de tejo para obtener suficiente taxol. Por suerte se consiguió sintetizar en laboratorio por lo que las poblaciones de tejos dejaron de estar en peligro, actualmente es una especie catalogada como vigilada, siendo prohibida su tala. Pero debido a su lento crecimiento los tejos milenarios son ahora en muchas regiones árboles protegidos, como en Asturias (España). Además son árboles que dan muy buena sombra y protegen del viento por lo que muchas veces se plantaban cerca de las casas.
Los tejos han formado parte del misticismo del norte y de las áreas de influencia celta. Se le asocia con la vida, por su longevidad y con las artes curativas.