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Problemas con el sistema de nutriscore

Publicado por Ramón Contreras

El nutriscore es un sistema de etiquetado de productos envasados procesados. Esta etiqueta aportará cierta información nutricional del producto de una forma visual y rápida. Apto para todo tipo de consumidores, incluso los que no sepan leer el idioma del envase. Puedes leer más sobre el sistema nutriscore, cómo funciona su algoritmo y los productos que pueden etiquetarse con él y los que no, que son bastantes, en el artículo que le dedicamos aquí.

El gran inconveniente que plante este sistema es que solo sirve para otorgar una puntuación a los alimentos envasados, es decir, a los procesados. Los nutricionistas recomiendan tomar los menos alimentos procesados posibles. Según los expertos hay que consumir más frutas y verduras, legumbres, carne y pescado y evitar la comida procesada. Sin embargo, todos estos alimentos frescos no van a contar con la etiqueta nutriscore. Esto creará la sensación de que los alimentos etiquetados y con una buena puntuación serán buenos, mientras que los alimentos realmente buenos y recomendados por las autoridades competentes ni siquiera tendrán etiqueta. Si se quiere fomentar el consumo responsable y sano de alimentos que los más sanos carezcan de etiqueta para compararlos con los procesados les hace un flaco favor. Ante la duda se elegirá uno con una buena puntuación en el nutriscore porque ese ya te están diciendo que es “bueno”.

Otro de los grandes problemas que plantean los nutricionistas sobre el nutriscore es que se fija tan solo en las cantidades de nutrientes. La cantidad de consumo, o el tipo de alimento no se valora en absoluto. De hecho, los creadores del sistema tuvieron que retractarse y concluir finalmente que no se podía usar para comparar dos productos de grupos distintos. Por ejemplo, las galletas de desayuno no podían compararse con el paté para el bocadillo de la merienda.

Es bien sabido que no solo el tipo de nutriente es importante sino también su origen. Existen alimentos dulces (como la fruta) que aportan los hidratos de carbono necesarios. Sin embargo, el sistema no discrimina si este azúcar es natural del alimento o no. Para que nos hagamos una idea, un plato cocinado puede llevar una cantidad de azúcar para añadir sabor o conservar sin que esté penalizado, mientras esté por debajo de los indices recomendados. Este alimento estará mejor catalogado que no otro que lleve azúcar de forma natural en su preparación, como la miel. Tampoco diferenciará entre las grasas trans saturadas hidrogenadas y parcialmente hidrogenadas. Se ha demostrado que no todas repercuten de la misma manera en el organismo, ni en la dieta. El salmorejo o la tortilla de patata, platos sin recriminaciones nutricionales especialmente altas, puntuarán muy mal en el nutriscore, a pesar de estar hechos con verduras y huevos con patatas. Por otro lado las bebidas “light” al no contener calorías, por llevar edulcorantes y no aportar ni proteínas ni grasas puntúan moderadamente bien a pesar de no ser nada recomendadas por los nutricionistas.

En Francia y Bélgica se alteró el algoritmo para que los quesos, muy consumidos allí, puntuasen mejor. España, antes de la implantación del sistema, también decidió cambiar el algoritmo para que el aceite de oliva no se incluyera en el apartado D, sino que obtuviese una modesta C.

Son muchos los nutricionistas que han presentado sus dudas sobre la eficacia del sistema para informar al consumidor sobre la idoneidad real de los productos del nutriscore. Existen sistemas mucho mejores, como el usado en Chile, para conseguirlo. Además, el hecho de que los productos más sanos (frutas y verduras no procesados) no llevasen puntuación es contraproducente para crear hábitos recomendables de consumo.