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Pegamentos de origen biológico: Bioadhesivos

Publicado por Ramón Contreras

A la hora de encontrar nuevos avances para la humanidad el ser humano mira en todas partes para buscar siempre la mejor respuesta ante un problema. Muchas veces la naturaleza le proporciona ideas arquitectónicas más resistentes o formas de sintetizar proteínas más eficientes que las que el ser humano es capaz. En este caso el hombre ha buscado en las profundidades del mar una solución a algo tan cotidiano como pegar dos trozos de cerámica de un plato roto. En realidad lo que se ha obtenido, gracias a la búsqueda biotecnológica en moluscos es una proteína capaz de cerrar heridas en menos de un minuto, incluso en zonas mojadas, o para lo que es más importante sangrantes.

Existen un gran número de bioadhesivos que el ser humano está empezando a explotar. Estas sustancias son extraídas de seres vivos muy diversos: bacterias, algas, mohos, insectos o moluscos. Sus propiedades más notables son que permiten la unión de material flexible, vivo, permitiendo la cicatrización y muchos de ellos contienen elementos biocidas, que inhiben el crecimiento de posibles patógenos en la herida.

Ha sido hace poco más de un año cuando un grupo de investigación de la Universidad Pohang de Ciencia y Tecnología de Corea del Sur ha sido capaz de sintetizar en el laboratorio la proteína que los moluscos utilizan para adherirse a cualquier superficie bajo el mar. Este adhesivo, conocido ya hace 150 años por Darwin, está compuesto por dos elementos, uno lipídico y otro fosfoproteico. El componente lipídico actúa como barrera para el agua permitiendo que la fosfoproteína se solidifique hasta alcanzar una gran dureza. A partir de ese descubrimiento realizado en el año 2014 se abrieron nuevas puertas para la realización de nuevos adhesivos, como en el caso de la cola creada en la Universidad Surcoreana.

En el artículo que será publicado en octubre de 2015 en la revista Biomaterials se expone que mediante el uso de proteínas de mejillones, combinadas con otras proteínas extraídas de insectos se consigue un pegamento con capacidades biomédicas. Las proteínas de insectos que se emplean son las más abundantes en las alas de los insectos y su aminoácido principal es la tirosina, que tiene capacidad adhesiva y ya se utiliza en la actualidad como pegamento médico. La conjugación de la fosfoproteína con la tirosina permitiría que las uniones se solidificasen rápidamente, con las ventajas del pegamento extraído de los moluscos y potenciando su velocidad de secado con las proteínas obtenidas de los insectos.

En la medicina moderna se utilizan grapas quirúrgicas y puntos de sutura, como hace cientos de años, para cerrar las heridas tras las operaciones. Estos métodos tienen el inconveniente de que producen una nueva herida e inflamación alrededor de la zona que ha sido intervenida. Por otra parte existen pegamentos quirúrgicos pero que no aguantan tanto tiempo como los métodos mecánicos para mantener unidos las dos partes de tejido que se quiere mantener unido, pero a la vez flexible. Las aplicaciones de LAMBA, el nuevo pegamento, todavía están en fase de pruebas, pero se cree que puede ser utilizado para cerrar heridas tano de la piel como en órganos internos.